Se dice que el nacimiento de la Filosofía en Grecia es el
momento en que la humanidad, como si pasase de la infancia a la adolescencia, comienza a buscar explicaciones lo más puramente
racionales y menos míticas posible acerca del origen, por qué y sentido de
todas las cosas: ¿qué es real, auténticamente real (no aparente)?, ¿qué es bueno y justo?, ¿qué es bello?
Eso no significa que los humanos no se hicieron antes esas preguntas. Pero, hasta que surgieron los filósofos griegos, las respuestas a todas esas preguntas eran más imaginativas (mágicas, zoomórficas, antropomórficas…) que racionales, más basadas en la autoridad que en la reflexión crítica, y más sometidas a intereses prácticos que sistemáticas. El filósofo griego se dio cuenta de que –como dice irónicamente Jenófanes de Colofón- los tracios se figuraban a sus dioses, rubios y altos, como son ellos mismos, y los etíopes se los imaginaban negros: si los caballos imaginasen, se imaginarían a sus dioses como caballos. Figuramos a los dioses a nuestra imagen y semejanza. En Grecia, los llamados filósofos intentan comprender y conceptualizar a los "dioses" o a los principios, causas y elementos de la realidad.
Eso no significa que los humanos no se hicieron antes esas preguntas. Pero, hasta que surgieron los filósofos griegos, las respuestas a todas esas preguntas eran más imaginativas (mágicas, zoomórficas, antropomórficas…) que racionales, más basadas en la autoridad que en la reflexión crítica, y más sometidas a intereses prácticos que sistemáticas. El filósofo griego se dio cuenta de que –como dice irónicamente Jenófanes de Colofón- los tracios se figuraban a sus dioses, rubios y altos, como son ellos mismos, y los etíopes se los imaginaban negros: si los caballos imaginasen, se imaginarían a sus dioses como caballos. Figuramos a los dioses a nuestra imagen y semejanza. En Grecia, los llamados filósofos intentan comprender y conceptualizar a los "dioses" o a los principios, causas y elementos de la realidad.
¿Por qué ocurre esto en Grecia? Bien, podemos imaginar
varias hipótesis: aparte de porque la humanidad, después de los grandes
imperios anteriores, estaba ya “madura” para ello (los griegos tomaron todo el
saber que pudieron de los egipcios y los persas), Grecia se vio favorecida por
ciertas razones naturales: siendo un país lleno de islas y montañas, tuvo que
organizarse en pequeños núcleos humanos muy independientes (más difíciles de controlar
por un poder político y religioso muy jerárquico y centralizado) y a comerciar,
mediante el mar, con otras civilizaciones: viajar y conocer otras culturas es, como se sabe, una buena manera de abrir la mente, pues compruebas que hay más de una manera
de vivir. Conocer otras culturas te ayuda a pasar desde Zeus, Brahma o Ra a, por ejemplo, "la divinidad" o incluso el Principio o Esencia de todo.
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Os invito a leer un ficticio diálogo entre el primer
filósofo, Tales de Mileto, y un escriba o sabio egipcio, con los que, cuenta la
historia que Tales pasó un tiempo.
Tales.- Bien, querido maestro: ya he preparado mis cosas,
dentro de un momento parto para Mileto.
Escriba.- Como quieras, no te insistiré más…
Tales.- Deseo repetirte mi enorme
agradecimiento por haberme hecho partícipe de vuestra sabiduría. Los griegos,
quiero creer, siempre seremos conscientes de la deuda que tenemos con vosotros,
por vuestra sabiduría perenne, frente a nuestras siempre inestables dudas. Sois
algo así como nuestro abuelo sabio.
Escriba.- Pero, escucha -¡voy a incumplir mi recién
pronunciada palabra!-: ¿por qué, entonces, no te quedas aquí, compartiendo y
acrecentando este saber? He conseguido la difícil autorización del Faraón… Serías
un gran maestro, por tu penetración y tus moderadas necesidades. ¡A cuántos
escribas egipcios, ignorantes y glotones, podrías servir de ejemplo!
Tales.- No tengo palabras para agradecer tu estima, que no
merezco…
Escriba.- ¡Déjate de eso! ¿Qué te reclama en Grecia? Tú
mismo nos has contado cómo allí los sabios tienen que buscar su supervivencia,
entre la incomprensión y las burlas del pueblo, rebelde y desobediente, que
cree que lo sabe todo. Incluso estáis perdiendo el sentido de lo divino y del
poder, y cada vez más os gobiernan los comerciantes y los aduladores.
Tales.- Tienes razón. Con todo, maestro, prefiero volver a
Mileto.
Escriba.- ¿Sabes? Creo que, por alguna extraña razón, no me
explicas por qué…
Tales.- Aciertas. Y me doy cuenta de que, con eso, demuestro
mi falta de agradecimiento y mi doblez griega… Así que, voy a decírtelo, aunque
ello sea mi ruina.
Escriba.- Habla sin miedo.
Tales.- Maestro, creo que vuestra civilización,
perfectamente organizada como un panal, con un rey que creéis nombrado por el
Dios de la Luz universal, y repitiendo, año tras año, como las estaciones o el
cielo, el mismo ritual, está, en verdad… muerta. Sois un pueblo inmóvil, como
vuestros túmulos al faraón. En cambio, los griegos, como vosotros mismos
reconocéis, somos jóvenes aún. Para alguien que está
ansioso de conocimiento, es mucho más interesante un charco griego, tempestuoso
de vida, que un enorme estanque calmo. Solo en el primero puede surgir nuevo pensamiento.
Escriba.- ¿Pensamiento y vida en el desorden? ¡Pensamiento y
vida son orden, a imitación del Cielo!
Tales.- Quizá el pensamiento y la vida del Sol sean así,
pero no las nuestras. Nuestro pensamiento, pienso yo –permíteme que ose decirte
mi opinión- crece solo a partir de la pregunta, y nuestra vida, a partir de lo
imprevisto. A vosotros no os quedan preguntas y os están prohibidas las
verdaderas respuestas, porque vuestros mitos son incuestionables. Y, aunque
encierran, seguramente, una gran sabiduría inconsciente, me resultan como… los
cuentos de los niños. Los griegos, en cambio, parecemos destinados a pedir
razones y a no aceptar autoridad. Y eso es precisamente lo más importante…
Escriba.- Explícate.
Tales.- Yo quiero investigar, por mí mismo, las razones de
todas las cosas, las razones por sí mismas: no para mayor honra de los dioses o del rey, ni
por temor a ellos, sino para honra de la propia razón y por temor solo a la
ignorancia. No me malentiendas, no digo que no necesitemos a los demás. Pero
nosotros dialogamos más en la plaza, como se hacen los contratos entre
comerciantes, entre iguales (tienes razón, somos comerciantes…), no en la
escuela, donde el maestro está elevado en su estrado. Los griegos no podríamos
tolerar a un faraón, porque somos todos iguales.
Escriba.- ¿Con toda tu inteligencia no eres capaz de
comprender que la igualdad de los hombres es una falsedad, promovida por los
que quieren ganarse el apoyo, bestial e ignorante, de la masa, para sus
intereses egoístas? ¿Crees que el valor se mide en el Mercado?
Tales.- Los hombres somos desiguales, sí, por naturaleza y
por las circunstancias de la fortuna y la injusticia de la sociedad. Y, no, no
se mide el valor en el Mercado. Pero esa desigualdad de los hombres debe ser
combatida y puesta a prueba en el diálogo en igualdad, y el poder debe circular
entre todos, como el dinero. Eso pienso, como ingenuo griego.
Escriba.- ¿Así que crees que los griegos sois superiores a
nosotros, los egipcios, y a las otras civilizaciones perennes?
Tales.- Los griegos, en el fondo –te va a parecer absurdo-,
solo creemos que somos superiores por una cosa: porque no creemos que haya
ninguna civilización superior, y que el Logos es único en todos los hombres, y
a él deben responder los dioses.
Escriba.- Tales, creo que, como dices, los griegos debéis de
tener un destino nuevo, que nosotros no sabemos entender bien ni podríamos,
quizá, soportar. Marcha, y ten toda la suerte y el amparo de los dioses.
Tales.- Gracias, maestro. Tendré siempre presente vuestra
enseñanza.
¿Qué te sugiere este diálogo? ¿Significó para la humanidad un cambio, un progreso o un empobrecimiento, el nacimiento de la filosofía griega?