-la moral tradicional, basada en la autoridad absoluta de origen divino, se ha cambiado por morales como el Utilitarismo o la ética formal kantiana, que sitúan el valor de las cosas en el sujeto, en cada uno de nosotros, y no creen en bienes absolutos y trascendentes.
-Esto ha dado lugar, en política, al estado de ciudadanos, y luego a la democracia o a los movimientos socialistas.
-la religión ha ido perdiendo adeptos y, creen muchos, se va convirtiendo casi en una simple formalidad o ritual.
Quien piense así es, según Nietzsche, un ingenuo. La modernidad no ha supuesto realmente un cambio en los valores y creencias fundamentales, sino, simplemente, un intento (inconsciente) de traer esos valores tradicionales a este mundo. Se trata sólo de una “secularización” (hacer inmanente lo que era trascendente, conservando su estructura de valores):
-las morales modernas, sean utilitaristas-hedonistas o sean éticas del deber, conservan el dogma fundamental de la moral platónico-cristiana: los valores están más allá de uno-aquí-y-ahora, son universales e iguales para todos. Son valores anti-vitales, tales como la Igualdad, la Paz… Sigue siendo “moral del rebaño”.
-La política moderna, con su creación de la democracia basada en la igualdad de los ciudadanos, sigue siendo, también, la política de la “rebelión de los esclavos”, la moral de los “pobres”, de los débiles. El socialismo es una especie de cristianismo “terrenizado”, que sueña con la utopía o ideal de la paz e igualdad de todos, cosa antinatural y antivital, porque lo vital es la guerra y la diferencia (la aristocracia).
“Creo que el gran movimiento que avanza incontenible, el movimiento democrático de Europa –eso que se llama “progreso”- lo mismo que ya su preparación y precursor moral, el cristianismo, sólo significa en el fondo la enorme e instintiva conjura global del rebaño contra todo lo que es pastor, animal depredador, eremita y César, a favor de la conservación y elevación de todos los débiles, abatidos, malparados, mediocres, medio malogrados, como una prolongada sublevación de esclavos (…)” (Fragmentos póstumos, 2 (13))
-La ciencia no ha acabado con la metafísica, sino que la ha absorbido y asimilado, porque la Ciencia es, en el fondo, la heredera de las creencias metafísicas: también el científico cree que la realidad es racional y que se guía por unas leyes eternas. Esta “creencia” es la misma que la antigua creencia en Dios, y tan infundada como ella (el científico no puede demostrar que el mundo tenga que regirse por leyes), pero disfrazada de una forma más modesta. El científico se basa, dice, en el método empírico, pero este método no nos permite asegurar nada, ninguna ley, ninguna sustancia, ninguna universalidad y necesidad.
-La religión tradicional, por tanto, sigue vigente, aunque se ha hecho más humilde en sus pretensiones de demostrarse. Se demuestra sólo por la fe, como decía Lutero, pero esta fe es firme.
Y donde se pierde esta fe en los valores tradicionales (y Nietzsche cree que se va perdiendo y no tiene más remedio que acabar perdiéndose) el hombre moderno cae en el Nihilismo negativo, o sea, en la creencia de que, muerto Dios, ya nada tiene ningún valor.
Así que la edad moderna es sólo la última etapa de la moral tradicional. En ella Dios ha muerto (ha perdido todo el crédito la creencia tradicional en valores trascendentes, en Dios, la inmortalidad personal, la finalidad de la vida humana…), pero eso sólo provoca una situación de total desánimo. Sigue habiendo el mismo rechazo al mundo de la vida, pero ahora ese odio y resentimiento no tiene siquiera el consuelo que se inventó y mantuvo durante siglos.
El hombre moderno debe ser superado. Hay que esperar al Ultrahombre (übermensch).
“Mi filosofía dará a muchos la justificación para suicidarse”
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