Sócrates fue un hombre, ateniense, que se dedicó toda su vida a buscar en sí mismo y a dialogar con quien se ponía a tiro (y se lo permitía su ángel de la guarda) sobre qué es lo verdaderamente bueno.
Era bastante humilde en su modo de vida (andaba descalzo y nunca juntó mucho dinero), se cuenta que era muy honesto e inflexible con la justicia (no se dejó manipular por ciertos políticos, aunque se jugó con ello la vida) y, según todos los que le conocieron, era feo, cosa que no tiene nada de bonito en una sociedad donde casi todo el mundo cuida su imagen y piensa que es lo mismo lo que eres y lo que pareces (y ¿cómo van a ser cosas diferentes?). Así lo describió alguien (alguien que le quería):
"A Sócrates, señores, yo intentaré elogiarlo de la siguiente manera: por medio de imágenes. En mi opinión es lo más parecido a esos silenos que hay en los talleres de escultura que fabrican los artesanos con siringas o flautas en la mano y que, cuando se abren en dos mitades, aparecen con estatuas de dioses en su interior. Y afirmo además que se parece al sátiro Marsias. Que eres semejante a éstos, al menos en la forma, Sócrates, ni tú mismo podrás discutirlo. Pero también te pareces en lo demás. Tú te diferencias de él sólo en que sin instrumentos, con tus meras palabras haces lo mismo.
Cuando le escucho, mi corazón palpita más que el de los poseídos. Sólo ante él de entre todos los hombres he sentido lo que no se creería que hay en mí: el avergonzarme ante alguien. Sabed que no le importa nada si alguien es bello, ni si es rico, ni si tiene algún otro privilegio de los celebrados por la multitud. Por el contrario considera que todas estas posesiones y que nosotros no somos nada. Pasa toda su vida ironizando y bromeando con la gente, pero cuando se pone serio y se abre, no sé si alguien ha visto las imágenes de su interior. [Platón. Banquete. 215a y ss. Extractos]
¿Qué es eso de que la Belleza está en el interior? ¿No sabe todo el mundo que lo que hay dentro son vísceras y otras sustancias poco agradables de ver y tocar?
La belleza interior (oí decir en una peli de guapos playeros) es para los perdedores.
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