-No des a la enseñanza una forma que les obligue a aprender por la fuerza.
-¿Por qué?
-Porque no hay ninguna disciplina que deba aprender el hombre libre por medio de la esclavitud. El alma no conserva ningún conocimiento que haya entrado en ella por la fuerza.
-Cierto.
-No emplees, pues, la fuerza, mi buen amigo, para instruir a los niños; que se eduquen jugando, y así podrás también conocer mejor para qué está dotado cada uno de ellos.
(Platón)

miércoles, 21 de diciembre de 2011

Estar en forma (la metafísica de Aristóteles)

Aristóteles intenta explicar ese misterio que tenemos ante los ojos a cada momento: la realidad, la naturaleza.
Platón, como vio que la naturaleza no se ajusta a nuestro pensamiento abstracto, simplemente la negó. Pero la naturaleza existe, eso es evidente. Y es cambio.

Pero ¿cómo es la naturaleza?, se preguntó Aristóteles: ¿cómo es posible esa maravilla del cambio y la vida?


Los materialistas dicen que todos los fenómenos son sólo estados de una sustancia única, la materia. La Materia puede adoptar cualquier forma. Pero entonces… no tiene ninguna. ¿Cómo pueden salir las formas a partir de lo informe? Eso es como sacar algo de la nada. Aristóteles rechaza esta “explicación” (y este tipo de explicación está hoy muy de moda: se dice que la inteligencia nace de la evolución biológica, que las leyes físicas salen de la materia…). No, la forma no sale de la materia, en esto tenía razón Platón.
Pero Platón (y Parménides y Pitágoras) cometieron un error muy corriente: confundir cualidades con cosas, conceptos con realidades. Es propio de un pensamiento primitivo convertir en cosas o sustancias todo lo que podemos nombrar. Por ejemplo, los primitivos lo personificaban todo: el frío, la muerte,
la guerra… Engañados por el lenguaje, creemos que ‘Blanco’ es un sustantivo, y se refiere a una cosa. No, es una simple cualidad de ciertas cosas. Y eso pasa con todas las formas. Las formas (Ideas) son aspectos de las cosas, no cosas.


Las formas están mezcladas con la materia, y esta es la explicación de la Naturaleza. Si sólo hubiese materia, todo sería caos indistinguible; si sólo hubiese formas, todo sería estático. Pero la realidad es forma y materia, y el cambio consiste en que la materia pasa de una forma a otra.

Esto no es suficiente, según Aristóteles, porque el cambio no va hacia cualquier lado, sino que siempre tiende, salvo por accidente, hacia el orden (ya se sabe lo optimista que podía llegar a ser un griego, dado el agradable clima y buen vino de que gozaban).

¿Cómo puede ser esto? Aristóteles dice que lo que hay en el fondo de toda la naturaleza, es Actividad. Lo pasivo existe menos, y todo tiende a dejar de ser pasivo y convertirse en activo. Esto equivale a que la materia tiende a recibir forma, cada vez más perfecta.

Los seres que ya disfrutan de un orden perfecto (los astros) se mueven eternamente en el mismo movimiento perfecto, el círculo. Entre los seres inferiores (todos los que habitamos aquí en la Tierra, bajo la Luna), son más perfectos los vivos que los inertes, y entre los vivos, más los que sienten y más todavía los que piensan.

Cada ser tiene en potencia una forma propia que realizar, y todo ser tiende a realizarse, a llegar a su forma adecuada. Podría decirse que todo ser tiende a estar en forma, a ser activo.
Pero estar en forma no es estar cachas. La más activa de las actividades, la más perfecta de las formas, es la actividad de los seres inteligentes. Quienes oponen Pensar a Actuar se equivocan totalmente, porque no hay mayor actividad que el pensamietno. Por eso la mejor y más feliz y realizada de las vidas, es la del que se comporta de acuerdo con la inteligencia y así se realiza lo más que puede, dadas las circunstancias.

¿Cómo puede algo pasar de estar en potencia a estar en acto? ¿No es esto tan milagroso como decir que de la nada sale algo, o que la inteligencia sale de la evolución? Sí, lo es. Por eso, dice Aristóteles, algo sólo pasa de potencia a acto gracias a otra cosa que ya está en acto, y que llamamos su causa. Por ejemplo, un escultor (que ya tiene en acto la idea) la plasma en el bronce o el mármol; un maestro enseña a un alumno… Pero ¿quién enseñó al maestro? O, mejor dicho, ¿cuál es la causa de todas las cosas? A poco que lo pensemos (bueno, a mucho que lo pensemos, quizás) veremos que, si no queremos sacar todo de la nada, la causa de todo cambio y todo suceso en la naturaleza, tiene que ser un ser que esté del todo en forma, que sea pura actividad, nada pasivo. Aquí está “el Dios” de Aristóteles. Curiosamente, el ser más activo, no se mueve, porque moverse es, al fin y al cabo, una imperfección… ¿Cómo mueve Dios a las cosas? Aquí Aristóteles se pone muy poético y profundo: la divinidad mueve sin moverse, como mueve lo que es amado.

(También podéis, acerca de Aristóteles, leer esto:
http://cavernisofia.blogspot.com/2009/11/platon-y-aristoteles-se-encuentran-en.html )

¿Platón, o Aristóteles, o los dos, o ninguno de los dos?

miércoles, 23 de noviembre de 2011

El mico de la taberna



Puedes ver, también

http://www.dailymotion.com/video/x8iz19_cortometraje-el-mito-de-la-caverna_webcam

¿Es esto una buena metáfora de la situación humana? ¿Te ves como un preso de la ignorancia, cuyo sentido en la vida sería salir a la luz de las Ideas? ¿Ves a la humanidad así, intentando salir del fanatismo y la ignorancia?

miércoles, 9 de noviembre de 2011

Viejas enseñanzas acerca de la enseñanza

He aquí algunas de las viejas y caducas ideas de Platón sobre educación, hace dos mil quinientos años:

De todo lo que trata de los números y la geometría y de toda la instrucción que debe ir antes de la dialéctica, hay que ponérselo delante cuando sean niños, pero no dando a la enseñanza una forma que les obligue a aprender por la fuerza.
-¿Por qué?
-Porque no hay ninguna disciplina –dije yo- que deba aprender el hombre libre por medio de la esclavitud. Si puede suceder que los trabajos corporales no deterioren más el cuerpo por haber sido realizados obligatoriamente, el alma en cambio no conserva ningún conocimiento que haya entrado en ella por la fuerza.
-Cierto.
-No emplees pues la fuerza, mi buen amigo para educar a los niños, que se eduquen jugando, y así podrás conocer mejor también para qué está dotado cada uno de ellos”. (República, VII)

Hay dos modelos de educar. Está el modelo antiguo, el que preferían nuestros padres cuando sus hijos cometían alguna falta, y que muchos usan todavía hoy, y que, si bien reprime con cólera, también exhorta amablemente. Por otro lado están los que, depués de pararse a pensarlo, llegaron a la conclusión de que toda falta de conocimiento es involuntaria, y que quien crea ser sabio en algo, no querrá aprender ya nada. Por eso, dicen, la educación con amonestaciones cuesta mucho y da poco resultado. Así que recurren a otro procedimiento. Interrogan primero sobre aquello que alguien cree que dice, cuando en realidad no sabe lo que dice. Luego cuestionan fácilmente las opiniones de esos, y les muestran otros argumentos, confrontándolos con los que aquellos tenían. Al ver esto, los cuestionados se enfadan consigo mismos y se calman frente a los otros.
(El Sofista, 229e y ss)

Hoy, en cambio, algunos están descubriendo que:

- lo que falta es disciplina, como había antes.
- Si no les obligas, lo que quieren es vaguear. No aprenden porque no les da la gana (a nadie nos gusta saber, por supuesto).
- La enseñanza no es un juego, sino un trabajo (y un trabajo no es un juego, claro, sino algo serio y duro -porque la realidad es dura-).

¡Estúpidos antiguos! ¡Idiota Platón!

martes, 8 de noviembre de 2011

¿Qué (no) es Justo?

La voz popular suele decir que la justicia consiste en dar a cada uno lo suyo.
Pero esto es muy ambiguo, puede entenderse de varias maneras, según se entienda el “cada uno” y “lo suyo”:


- Dar a cada uno lo que tiene, o sea, protegerlo y devolverle lo que le sea quitado. Pero, ¿por qué es de cada uno lo que ya tiene? ¿Cómo lo consiguió? ¿Por qué debe seguir teniéndolo? Y ¿qué es lo que hay que devolver, cuando se recibe un mal? ¿Hay que dar mal por mal, o bien por mal?

- Dar a cada uno lo que se merece. Pero ¿qué merece cada uno?

- Dar a cada uno lo que le conviene o lo que necesita (y exigirle lo que pueda dar). Pero ¿qué necesita cada uno? ¿Lo que él cree que necesita? Y ¿por qué otros tienen que dar a uno lo que uno no es capaz de conseguir?

Hay algunas teorías que dicen de forma algo más precisa qué es lo justo:

A) La Justicia es la Fuerza.


Por naturaleza todo ser intenta conseguir el máximo poder sobre el medio para realizar sus propios deseos.

Lo justo es que el león más fuerte domine toda la manada y cubra a todas las hembras, que mate a la gacela, etc. Gracias a este sistema la naturaleza se va haciendo más selectiva y sobreviven los mejores.
Igualmente, entre los humanos es siempre la fuerza la que decide lo que debe considerarse justo. Los que dominan en cada momento imponen a los demás sus creencias y las leyes.
Es justo que EEUU tenga armas nucleares y no las tenga Irán sólo porque EEUU tiene la fuerza para decidirlo así. Es justo que unos ciudadanos tengan muchos más bienes que otros porque tienen más fuerza para conseguirlos y defenderlos. Y así con todo.

En fin, LO JUSTO ES LO QUE DECIDE EL MÁS FUERTE.

B) La justicia es un pacto.

Por naturaleza todos creemos que ES PEOR SUFRIR UN MAL QUE COMETERLO. Pero como nadie tiene la fuerza suficiente para prevalecer sobre todos los demás, sino que está obligado, por naturaleza, a convivir y hasta a colaborar, si quiere sobrevivir y vivir mejor; y como, además, los beneficios que se sacarían de una sociedad sin leyes serían para todos inferiores a los perjuicios que se derivarían de dicha situación, todos creemos que es mejor respetar unas leyes, o sea, perder cierta libertad y sacrificar ciertos deseos, a cambio de seguridad y colaboración para conseguir otros mayores. Pero la justicia no es un fin en sí, sino un medio para nuestros deseos.

Platón rechaza ambas teorías, la de la fuerza y la del contrato. ¿Por qué? ¿Cuál es su propuesta?
Para pensar en ello, además de recordar cuál es su teoría de lo que es un hombre, intentemos contestar a estas preguntas:

Supongamos que alguien tuviese un arma que le hiciese invulnerable y superpoderoso. ¿Respetaría este individuo las leyes? ¿Por qué?

¿Qué te parece peor, torturar tú a alguien o que alguien te torture?

miércoles, 2 de noviembre de 2011

Adrede

¿Hacemos el mal adrede? Es decir, una persona, que sabe (o cree) que algo está mal, y no hay una fuerza irresistible que le obligue a hacerlo, ¿puede elegir voluntaria y libremente (valga la redundancia) hacer eso que cree que está mal? ¿O bien, como cree Platón, la mala acción es siempre fruto de la ignorancia, y todo el mundo hace en todo momento lo que cree que es mejor?


Dicho en otros términos, teológicos: ¿cuánta gente hay en el infierno?

jueves, 27 de octubre de 2011

¿Qué es el Hombre, según Platón?

¿Qué es el HOMBRE, según Platón?


Muy fácil. Como todo ser, tiene dos aspectos:
- uno esencial y propiamente real, que es la MENTE (psique)

- y otro aparente, simple expresión de la mente, que es el CUERPO (soma).

El aspecto exterior, o cuerpo, está sometido, como todo lo sensible, al tiempo y al espacio. Pero la mente es inespacial e intemporal, es decir, es INMORTAL, lo cual se prueba claramente con el siguiente argumento:
1) Existen ideas intemporales e inespaciales, no sensibles
(si no hubiese ideas que no cambian, no podría haber conocimiento ni, para nosotros, realidad alguna, porque una verdad que cambia no es ninguna verdad)
2) Tú sabes que existen, y conoces y eres consciente de algunas de ellas.

Por ejemplo sabes que 2+2 = 4, y que era así antes de que nacieses y será después; y no es una verdad simplemente hipotética o probable, sino necesaria (no podemos pensar que fuese de otra forma).
3) Lo que tiene la capacidad de comprender algo, tiene que ser de la misma naturaleza que aquello que comprende.

Algo finito no puede contener algo infinito, algo temporal no puede comprender lo intemporal, tal como una cosa sólo se puede calentar si es corpórea. Una mente sólo puede entender o abarcar aquello que es afín a ella.
4) CONCLUSIÓN. La MENTE es afín a las IDEAS, luego es INEXTENSA e INTEMPORAL, como ellas.

La Mente humana no es simple, porque si no haría siempre lo mismo y no estaría en lucha consigo misma. La Mente humana consta de tres “partes” o aspectos, que tienen su reflejo en tres partes principales del cuerpo:


1) ENTENDIMIENTO (inteligencia, razón…). Es la parte capaz de entender y comprender. Piensa. Conoce las Ideas, entre ellas, la Idea de las Ideas, la de la Perfección, aunque a veces no sabe que la conoce, la tiene en estado virtual o en olvido.
2) FUERZA DE VOLUNTAD (capacidad “irascible”). Es la capacidad de poner en práctica lo que dice la inteligencia, y de controlar nuestros actos, aunque sea a veces haciendo fuerza contra nosotros mismos (dominarnos).
3) DESEOS. Es la capacidad de apetecer satisfacción.
Cuando decide la inteligencia, ejecuta la voluntad y se somete el deseo, uno actúa correctamente, y será feliz. Cuando es el deseo el que gobierna, sin control... chungo.


Esto lo expresa Platón mediante el símil del carro:


¿Te convence la demostración de Platón de que ERES INMORTAL, es decir, INTEMPORAL? ¿Por qué?
¿Crees que, de ser válida y convincente, supondría un cambio para la vida de la persona que se convenza de ello?


¿Crees que el esquema de Platón explica bien cómo funcionamos? ¿Se te ocurren ejemplos en que no encaje?

martes, 25 de octubre de 2011

Creer y saber (teoría del conocimiento en Platón)

El conocimiento que tenemos normalmente de las cosas no es más que OPINIÓN (doxa, en griego), ni siquiera se debería llamar conocimiento. No es saber, sino simple creer. ¿Por qué?

Porque consiste en una serie de imágenes (“provenientes” de la sensación), y:

-Ninguna imagen expresa o representa adecuadamente sus verdaderas características. Por ejemplo, una imagen de lo Rojo no es rojo puro, una imagen de la unidad no es lo Uno, una imagen mía no soy YO, una imagen de lo bueno no es lo Bueno mismo.

-Las verdaderas esencias no pueden darse en grados, ni pueden existir en un momento y dejar de existir en otro.

Y, sin embargo, sin esas Ideas (Rojo, Uno, Humano, Bien…) no se pueden entender siquiera las imágenes.

Así que las imágenes son secundarias. Quien sólo conoce con la imaginación (y la sensación es un tipo de imaginación), no conoce realmente. Toda imagen es APARIENCIA.
No son sólo imágenes o apariencias las que vemos por ilusión óptica o reflejo (como las de los espejos, a las que Platón llama eikasía) sino todo lo que creemos que es realidad, porque no es más que simple creencia (pistis, en griego).

Pero ¿cómo es, entonces, el auténtico SABER (episteme, en griego), el verdadero conocimiento? El verdadero conocimiento es RACIONAL, no sensible. Lo racional tiene todas las características que tiene que tener lo real, o sea, ser de forma pura (no mezclada o borrosa) lo que es. La esencia de cada cosa es lo que realmente es esa cosa, no lo que parece. Mi esencia soy YO.

Pero dentro del conocimiento racional Platón distingue dos tipos posibles:

-El Razonamiento (Diánoia) es un uso de la razón para tratar con datos o supuestos no racionales.

Por ejemplo, yo supongo que sé lo que es un Punto, una superficie y cosas así y puedo desarrollar toda la GEOMETRÍA, definiendo los conceptos más complejos a partir de esos simples que he dado por supuestos. Otro ejemplo: supongo que sé lo que es el Espacio, el Tiempo, y cosas así, y puedo desarrollar toda la FÍSICA MECÁNICA, al menos a nivel abstracto (luego tendría que comprobar que funciona al aplicarla a los hechos que percibo). O sea, la Diánoia es lo que hoy llamamos CIENCIA. En época de Platón a este tipo de conocimiento se le llamaba MATEMÁTICA.

Para Platón esto no es todavía un conocimiento puro y auténtico, que llegue a la esencia de las cosas. ¿Por qué? Pues precisamente porque su punto de partida son supuestos que no podemos explicar.

Por ejemplo, qué es un Punto, qué es Espacio, qué es Tiempo. ¿De dónde los hemos sacado? De la Imaginación y la sensibilidad, es decir, de ese conocimiento inadecuado que tenemos, del que no podemos dar cuenta correctamente.

-El conocimiento perfecto (que Platón llama nóesis, en griego) tendría que poder comprenderlo todo perfectamente. Para eso no puede fiarse de ninguna creencia que hayamos sacado de la imaginación. Puede partir de los mismos supuestos que la ciencia, pero en vez de darlos por sabidos y ponerse a deducir cosas desde ellos (yendo “hacia abajo”) debe preguntarse qué son.

O sea, que

-mientras el científico dice “supongamos conocidos los siguientes términos: Unidad, Suma, Igualdad…, entonces podemos definir el Dos como Igual a la Suma de Uno más Uno, etc”,
-en cambio el Dialéctico o Filósofo dirá: “¿Qué es la Unidad? ¿Qué es la Sumabilidad (Sumar)? ¿Qué es la Igualdad?”. Y seguirá el camino “hacia arriba”, buscando cada vez Ideas más universales y fundamentales a partir de las cuales definirlo todo.



¿Hasta dónde se remontará? Hasta que llegue a la Idea (o Ideas) que sea(n) tan evidente(s) por sí misma(s) y tan indefinibles por las demás, que no se pueda ir más allá. Esto será lo No-Hipotético (anhypotheton, en griego). Como sabemos, esa Idea es la de lo UNO-BIEN en sí.
¿Cómo captamos esas Ideas o esencias puras? No puede ser (ya lo sabemos) ni mediante la imaginación (ninguna imagen se corresponde con la Idea) ni siquiera mediante el razonamiento científico. Tiene que ser por una especie de INTUICIÓN INTELECTUAL, que “ve” racionalmente lo que una cosa es en sí misma.

Todo esto lo expresa Platón en el SÍMIL DE LA LÍNEA, en que distingue cuatro grados de conocimiento, dos de ellos del campo de la OPINIÓN (la imagen –eikasía- y la creencia –pistis-) y dos del campo de la RAZÓN O SABER (el razonamiento –diánoia- y la comprensión pura –nóesis-). 




¿Crees que hay o puede haber un conocimiento superior a la ciencia (como el que describe Platón) o que eso no es más que una ilusión de un filósofo?

Preguntas más frecuentes acerca de las Ideas


He aquí algunas de las cosas que usted siempre quiso saber sobre las IDEAS platónicas y nunca se atrevió a preguntar:

A) ¿Cuánta Idea tienes?

¿de Cuántas cosas hay Ideas, según Platón?
A ver... tiene que haber:

- Ideas de tipo lógico, tales como lo Mismo (Idéntico) lo Otro (Diferente). ¿Podríamos pasar sin ellas?

- Ideas matemáticas, tales como Dos, Par, Infinito…

- Ideas de valores morales y estéticos, tales como Bueno, Justo, Bello, etc.

-Ideas de especies naturales, como Humano, Caballo, Gardenia, Piedra Pomez, etc

-Ideas de… Pero bueno, ¿vamos a caer a idea por barba?

Pues sí, según Platón. Claro que en esto no todos los estudiosos de Platón están de acuerdo, pero aquí el profesor soy yo, y digo que según Platón TODA COSA TIENE SU ESENCIA, es decir, de todo fenómeno hay una verdad completamente racional y por tanto, eterna, inmutable y necesaria. Hasta de la basura, como se dice en un diálogo de Platón. Por tanto, eso de que sólo existen ideas de propiedades generales no es verdad. Hay también MI IDEA, y la IDEA DE MÍ AHORA. De lo que no hay Idea no puedes tener... ni idea.

C) ¿Qué relación hay entre las Ideas y las "cosas" que vemos o fenómenos?

Los fenómenos, según Platón PARITICIPAN DE las Ideas, es decir, toman de ellas su esencia, son como reflejos de las Ideas, son el aspecto distorsionado en que nosotros percibimos las Ideas o Esencias reales, por nuestra bendita ignorancia.

D) ¿Cuáles son las más importantes?

La importancia o jerarquía de una Idea se mide por su necesidad para que sean pensables (y por tanto, tengan realidad) las otras. Por ejemplo, si no existe la idea de Identidad (ser uno mismo) no existirá la Idea de Caballo, pues el caballo tiene que ser él mismo. Así que la Identidad es más Idea que el Caballo.

Y ¿cuál es la Idea que es participada por todas pero no participa de ninguna?
Es una Idea que tiene diferentes aspectos. Por lo menos estos dos:

-Es la Idea de Bueno, lo Bueno en sí, lo Perfecto.

-Es la Idea de Uno, lo uno en sí, lo indivisible.


¿Por qué? Explicaré yo el caso de la Unidad y dejo para vosotros el de lo Bueno. Desde luego si una cosa no tiene unidad, no es nada. Pero salvo la unidad misma, todo carece en cierta forma de unidad verdadera. Aunque estamos hechos a la Idea de que somos un conjunto de diversas partes (mi páncreas, mis brazos, etc.) ¿cómo puedo ser UN SER, si tengo partes?

Según Platón todas las ideas participan de la idea del Bien. Es el Bien en sí el que produce todo y lo hace comprensible. Hasta el matemático necesita la Idea del Bien. Sin ella no podría hacer ni matemáticas.
¿Cómo es esto? ¿Por qué cree Platón tal cosa?

miércoles, 19 de octubre de 2011

Las ideas y las cosas (Platón II)

Si uno (Platón, por ejemplo) quiere saber qué es bueno para una persona, antes debe saber qué es una persona (conócete a ti mismo, que decía Apolo), y para eso necesita saber qué son las cosas, qué es la realidad.

¿Sabemos qué son, en realidad, las cosas?

Por supuesto, todo el mundo está aquí, en la realidad, así que sabe lo que es la realidad:

-La realidad es lo que vemos, oímos, olemos, tocamos… o lo que podemos ver, oír, oler, tocar… o sea, en una palabra, lo que podemos Percibir, lo SENSIBLE. Y ¿cómo es lo sensible?

-La realidad, lo sensible, está situado en el ESPACIO y en el TIEMPO: todo ocupa un lugar (más grande o más pequeño) y dura un tiempo (más corto o más largo). Como ocupa un lugar y un tiempo, toda realidad CAMBIA, está sujeta al DEVENIR (como dicen los filósofos). Tú, por ejemplo, no existías hace unos años; luego “viniste al mundo”, como se suele decir, es decir, naciste; luego has ido creciendo, transformándote de un mico de teta en una persona hecha y derecha...; envejecerás, te arrugarás y morirás, desaparecerás para siempre jamás. Y lo mismo le pasa a cualquier otra cosa. Esto es la realidad. El movimiento no se para. Si se parase una cosa se pararían todas, y no lo notaríamos, ni pasaría nada, porque el tiempo no es más que medida del cambio.

-Porque todo lo que existe es CONTINGENTE, o sea, no es necesario, ni será nunca igual.


Esto es la realidad. ¿Sí? Pero… ¿qué es cada cosa, entonces? ¿Qué soy yo, si estoy continuamente cambiando? Para ponerlo más fácil, ¿qué es este bolígrafo? A ver: es un objeto cilíndrico, rojo, rígido o duro… Pero todo esto no son más que ADJETIVOS, y además, pueden estar o no estar. Lo cilíndrico puedo moldearlo (calentándolo, por ejemplo) y hacerlo rectangular; lo rojo puede cambiar de color…

Pero ¿qué pasa con las IDEAS de Cilindro, Rojez, Dureza...? Estas, ahora que me doy cuenta, no tienen las mismas características que he dicho que tiene la realidad, sino las contrarias:

-No son sensibles: no puedo ver el Cilindro, puedo ver cosas cilíndricas. El Cilindro no tiene unas dimensiones concretas, es perfectamente cilíndrico (no como las cosas cilíndricas de la “realidad”). Lo mismo pasa con el círculo, con la rojez, con la dureza. Las ideas no están entre los objetos que puedo ver. Sin embargo sí puedo pensarlas, con el entendimiento. Son INTELIGIBLES, pero no sensibles.

-¿Son espacio-temporales? No. El Cilindro, el Círculo, la Rojez, no están en ningún lugar en concreto, ni existe en un tiempo. Es absurdo pensar que hubo un tiempo en que el Cilindro no tenía las propiedades que tiene ahora. Las Ideas son inespaciales, atemporales. Si supongo que el mundo desaparece ahora mismo, no por eso puedo pensar que 2+2 dejan de ser 4. Y si el mundo material no existió alguna vez, aún así las Ideas eran como son, y lo serán siempre. Mejor dicho, no tienen nada que ver con el tiempo y el espacio.

-Además, por eso mismo, las Ideas no cambian, son INMUTABLES. Una cosa cilíndrica puede hacerse cuadrangular, una cosa roja puede volverse blanca, pero el Cilindro no puede convertirse en Cuadrángulo, ni la Rojez puede hacerse Blancura.

-Las Ideas son Sustantivas, es decir, cada una se define por ser ella misma: lo Blanco (o sea, la Blancura) lo Círculo (la Circularidad), lo Bello (la Belleza), etc. Las Ideas son las Esencias, es decir, el Qué es cada cosa.

-Así que las Ideas o Esencias tienen necesariamente las propiedades que tienen.


Tengo, por tanto, dos tipos de “cosas”:

-los fenómenos, que son particulares (localizados espacio-temporalmente), cambiantes, sensibles, contingentes, sus propiedades son Adjetivas; y

-las Ideas, que son universales (atemporales, inespaciales), inmutables o eternas, necesarias.

¿Cuáles de estos dos tipos de cosas son reales, verdaderamente reales? Posibles respuestas:

A) Las Ideas no existen realmente. Sólo son reales las cosas materiales.

A1) Las Ideas no existen en absoluto, son ficciones, inventadas por nosotros.
A2) Las ideas no son del todo ficciones, sino productos de nuestra mente, humana, mediante las cuales entendemos la realidad.

B) Las Ideas son reales, existen por sí mismas, de forma independiente a los fenómenos materiales.

B1) Las Ideas existen aparte del mundo material, y gracias a ellas conocemos a éste.
B2) Las Ideas no sólo son reales, sino que son la verdadera realidad. El mundo físico es una ilusión, una forma distorsionada en que percibimos las Ideas, debido a nuestra ignorancia.


¿Cuál te parece más razonable y por qué?

Pensar antes de hacer (Platón I)

"Antes, cuando yo era joven, sentí lo mismo que les pasa a otros muchos: tenía la idea de dedicarme a la política tan pronto como fuera dueño de mis actos. Entonces se produjo una revolución; al frente de este cambio político se establecieron como jefes cincuenta y un hombres. Ocurría que algunos de ellos eran parientes míos y me invitaron a colaborar en trabajos que, según ellos, me interesaban. Lo que me ocurrió no es de extrañar, dada mi juventud: yo creí que iba a gobernar la ciudad sacándola de un régimen injusto para llevarla a un sistema justo, de modo que puse una enorme atención en ver lo que podía conseguir. En realidad, lo que vi es que en poco tiempo hicieron parecer de oro al antiguo régimen; entre otras cosas enviaron a mi querido y viejo amigo Sócrates, de quien no pondría ningún reparo en afirmar que fue el hombre más justo de su época, para que, acompañado de otras personas, detuviera a un ciudadano y lo condujera violentamente a la ejecución. Pero Sócrates no obedeció y se arriesgó a toda clase de peligros antes que colaborar en sus iniquidades. Viendo, pues, todas estas cosas, me indigné y me abstuve de las vergüenzas de aquella época.
Poco tiempo después cayó el régimen de los Treinta, y otra vez me arrastró el deseo de dedicarme a la política. Pero la casualidad quiso que algunos de los que ocupaban el poder hicieran comparecer ante el tribunal a nuestro amigo Sócrates y presentaran ante él la acusación más inicua y más inmerecida. Al observar yo todas estas cosas, cuanto más atentamente lo observaba más difícil me parecía administrar bien los asuntos públicos. Entonces me vi obligado a reconocer, en alabanza de la filosofía verdadera, que sólo a partir de ella es posible distinguir lo que es justo, tanto en la vida pública como en la privada"
.
[Platón. Carta vii. Extractos]

¿Creéis que es sensato quedarse sentado hasta saber qué es lo Justo, antes de tomar ningún partido contra las injusticias?
¿Cuántos políticos se habrán preguntado a fondo qué es la Justicia? ¿Se llega así a la política?

lunes, 17 de octubre de 2011

Sócrates iv: el película

Sócrates iii: la cárcel, el veneno y la filosofía.

Sócrates fue condenado a muerte, acusado de introducir falsas creencias sobre los dioses y de corromper a la juventud. Durante el juicio, en que se defendió él sólo, hablando a su modo coloquial y sin retórica, demostró que los que le acusaban no tenían ni idea de cómo hay que educar a la juventud, aunque desde luego tenían claro que eso de dedicarse a conocerse a sí mismos y buscar qué es bueno en sí mismo, no iba a hacer precisamente ricos y poderosos a los chavales que se habían engatusado con el indeseable de Sócrates y sus preguntas.

No se rebajó, como otros en su situación, a pedir clemencia llorando ni a aceptar lo que le pedían, o sea, que dejara de incordiar con sus preguntas y se callara de una vez, sino que dijo que lo justo sería que le alimentase el estado de Atenas hasta su muerte:

Pues la verdad es lo que voy a decir, atenienses. En el puesto en el que uno se coloca porque considera que es el mejor, o en el que es colocado por un superior, allí debe, según creo, permanecer y arriesgarse sin tener en cuenta ni la muerte ni cosa alguna, más que la deshonra. (…) Al ordenarme el dios, según he creído y aceptado, que debo vivir filosofando y examinándome a mí mismo y a los demás, si abandonara mi puesto por temor a la muerte o a cualquier otra cosa.
Atenienses, temer la muerte no es otra cosa que creer ser sabio sin serlo, pues es creer que uno sabe lo que no sabe. Pues nadie conoce la muerte, ni siquiera si es, precisamente, el mayor de todos los bienes para el hombre, pero la temen como si supieran con certeza que es el mayor de los males. Sin embargo, ¿cómo no va a ser la más reprochable ignorancia la de creer saber lo que no se sabe? Yo, atenienses, también quizá me diferencio en esto de la mayor parte de los hombres, y, por consiguiente, si dijera que soy más sabio que alguien en algo, sería en esto, en que no sabiendo suficientemente sobre las cosas del Hades, también reconozco no saberlo. Pero sí sé que es malo y vergonzoso cometer injusticia y desobedecer al que es mejor, sea dios u hombre. En comparación con los males que sé que son males, jamás temeré ni evitaré lo que no sé si es incluso un bien.

En su última conversación con unos amigos intentó convencerles de que la filosofía es una preparación para la muerte, y que la muerte no es real, porque no puede afectar al alma, que es la esencia del hombre.

Así cuenta Platón sus últimos momentos:

El sol estaba ya cerca de su ocaso, pues había pasado mucho tiempo dentro. Llegó recién lavado, se sentó, y después de esto no se habló mucho. Vino el servidor de los Once y, deteniéndose a su lado, le dijo:
-Oh Sócrates, no te censuraré a ti lo que censuro a los demás, el que se irritan contra mí y me maldicen cuando les transmito la orden de beber el veneno que me dan los magistrados. Pero tú, lo he reconocido durante todo este tiempo, eres el hombre más noble, de mayor mansedumbre y mejor de los que han llegado aquí, y ahora también bien sé que no estás enojado conmigo, sino con los que sabes que son los culpables. Así que ahora, puesto que conoces el mensaje que te traigo, salud, e intenta soportar con la mayor resignación lo necesario. Y rompiendo a llorar, se dio la vuelta y se retiró.
Sócrates, entonces, levantando su mirada hacia él, le dijo:
-También tú recibe mi saludo, que nosotros así lo haremos. -Y, dirigiéndose después a nosotros, agregó-: ¡Qué hombre tan amable! Durante todo el tiempo que he pasado aquí vino a verme, charló de vez en cuando conmigo y fue el mejor de los hombres. Y ahora ¡qué noblemente me llora! Así que, hagámosle caso, Critón, y que traiga alguno el veneno, si es que está triturado. Y si no que lo triture nuestro hombre.
-Pero, Sócrates -le dijo Critón:- el sol, según creo, está todavía sobre las montañas y aún no se ha puesto. Y me consta, además, que ha habido otros que lo han tomado mucho después de haberles sido comunicada la orden, y tras haber comido y bebido a placer, y algunos, incluso, tras haber tenido contacto con aquellos que deseaban. No te apresures, que todavía hay tiempo.
-Es natural que obren así, Critón -repuso Sócrates-, ésos que tú dices, pues creen sacar provecho al hacer eso. Pero también es natural que yo no lo haga, porque no creo que saque otro provecho, al beberlo un poco después, que el de hacer el ridículo conmigo mismo, mostrándome ansioso y avaro de la vida cuando ya no me queda ni una brizna. Anda, obedéceme - terminó - y haz como te digo.
Al oírle, Critón hizo una señal con la cabeza a un esclavo que estaba a su lado. Salió éste, y después de un largo rato regresó con el que debía darle el veneno, que traía triturado en una copa. Al verle, Sócrates le preguntó:
-Y bien, buen hombre, tú que entiendes de estas cosas, ¿qué debo hacer?
-Nada más que beberlo y pasearte - le respondió - hasta que se te pongan las piernas pesadas, y luego tumbarte. Así hará su efecto.
Y, a la vez que dijo esto, tendió la copa a Sócrates.
La tomó éste con gran tranquilidad, sin el más leve temblor y sin alterarse en lo más mínimo ni en su color ni en su semblante, miró al individuo de reojo como un toro, según tenía por costumbre, y le dijo:
-¿Qué dices de esta bebida con respecto a hacer una libación a alguna divinidad? ¿Se puede o no?
-Tan sólo trituramos, Sócrates - le respondió - la cantidad que juzgamos precisa para beber.
-Me doy cuenta - contestó -. Pero al menos es posible, y también se debe, suplicar a los dioses que resulte feliz mi emigración de aquí a allá. Esto es lo que suplico: ¡que así sea!
Y después de decir estas palabras, lo bebió conteniendo la respiración, sin repugnancia y sin dificultad.
Hasta este momento la mayor parte de nosotros fue lo suficientemente capaz de contener el llanto; pero cuando le vimos beber y cómo lo había bebido, ya no pudimos contenernos. A mí también, y contra mi voluntad, me caían las lágrimas a raudales, de tal manera que, cubriéndome el rostro, lloré por mí mismo, pues ciertamente no era por aquél por quien lloraba, sino por mi propia desventura, al haber sido privado de tal amigo. Critón, como aún antes que yo no había sido capaz de contener las lágrimas, se habia levantado. Y Apolodoro, que ya con anterioridad no había cesado un momento de llorar, rompió a gemir entonces, entre lágrimas y demostraciones de indignación, de tal forma que no hubo nadie de los presentes, con excepción del propio Sócrates, a quien no conmoviera. Pero entonces nos dijo:
-¿Qué es lo que hacéis, hombres extraños? Si mandé afuera a las mujeres fue por esto especialmente, para que no importunasen de ese modo, pues tengo oído que se debe morir entre palabras de buen augurio. Venga, estad tranquilos y mostraos fuertes.
Y, al oirle nosotros, sentimos vergüenza y contuvimos el llanto. El, por su parte, después de haberse paseado, cuando dijo que se le ponían pesadas las piernas, se acostó boca arriba, pues así se lo había aconsejado el hombre. Al mismo tiempo, el que le había dado el veneno le cogió los pies y las piernas y se los observaba a intervalos. Luego, le apretó fuertemente el pie y le preguntó si lo sentía. Sócrates dijo que no. A continuación hizo lo mismo con las piernas, y yendo subiendo de este modo, nos mostró que se iba enfriando y quedándose rígido. Y le siguió tocando y nos dijo que cuando le llegara al corazón se moriría. Tenia ya casi fría la región del vientre cuando, descubriendo su rostro -pues se lo había cubierto -, dijo éstas, que fueron sus últimas palabras:
-Critón, debemos un gallo a Asclepio [el dios de la medicina]. Pagad la deuda, y no la paséis por alto.
-Descuida, que así se hará - le respondió Critón -. Mira si tienes que decir algo más.
A esta pregunta de Critón ya no contestó, sino que, al cabo de un rato, tuvo un estremecimiento, y el hombre le descubrió: tenía la mirada inmóvil. Al verlo, Critón le cerró la boca y los ojos.
Asi fue el fin de nuestro amigo, de un hombre que, podríamos afirmar, fue el mejor a más de ser el más sensato y justo de los hombres de su tiempo que tratamos.

¿Por qué diría Sócrates esas últimas palabras? ¿Qué creeis que significan?
¿Necesitamos aprender a morir? ¿Sócrates puede enseñarnos algo de eso?

jueves, 13 de octubre de 2011

Sócrates II. La sabia ignorancia y la ignorancia de los sabios (reed.)

¿A dónde puede ir uno si quiere hacerse sabio? (Pero sabio, no en ordenadores o en zapatillas, sino sabio en… la vida, digamos a lo cursi). Si uno quería hacerse sabio en la Atenas de Sócrates podía encaminarse a la escuela de algún sofista (bueno, necesita dinero también).

Pero a Sócrates no le dejaba satisfecho lo que esos sabios querían o podían enseñarle... (además, no andaba muy bien de fondos para costearse el curso avanzado) ¿Por qué?
¿Qué te enseñaban estos grandes hombres? La mayor de las habilidades, aseguraban, la que las usa a las demás, y la que te puede hacer más poderoso: la de convencer.

Gorgias, para explicarle el gran poder de la retórica a Sócrates, le cuenta cómo muchas veces él, Gorgias, que no sabe ni jota de medicina, acompaña a su hermano, que es un gran médico, y sólo él, Gorgias, con su saber hablar, convence al enfermo de que se tome la medicina o se deje amputar. Y lo mismo podría decirse de la política (¿habría llegado Hitler tan lejos si no hubiesen tenido ese poder de atracción?) o de cualquier otro asunto.
Pero ¿cómo puede ser, preguntaba entonces Sócrates, que convenza más alguien que no sabe de un asunto que el que sí sabe? ¿Por qué la simple y desnuda verdad no convence a algunos? ¿A quienes convence más la apariencia que la verdad?

A ver, ¿haría falta Gorgias en un congreso de medicina para convencer a los médicos de un nuevo descubrimiento? ¿O en un congreso de herreros, o de matemáticos? No, porque estos no se dejarán convencer por la retórica (bueno, aquí hay mucho que decir, pero digamos que, en la medida en que sean médicos, herreros, matemáticos… se fiarán sólo de argumentos veraces). Entonces... es sólo a los ignorantes a los que convence la retórica.

De todas formas, sería muy útil esa técnica allí donde nadie es más sabio que los demás, por ejemplo, en una junta de vecinos. O... en una campaña electoral.

Aquí viene la segunda pega de Sócrates. ¿Es útil tener ese poder? ¿Útil para qué? Por supuesto, para conseguir nuestros fines. Pero ¿cuáles? ¿Sabemos cuáles son esos?

No, para eso necesitaríamos antes saber qué es un ser humano y qué nos conviene.

¿Qué es el hombre? (según Kant esta es la pregunta que encierra a todas las preguntas filosóficas):

Conócete a ti mismo

(gnothi seauton, en griego), decía la inscripción del templo de Apolo en Delfos, y Sócrates lo consideró siempre el primer (y quizás último) mandamiento.

Pero en la búsqueda de uno mismo la retórica no sirve para nada. Sería engañarse a sí mismo.

Y ¿sabe el sofista qué es lo bueno?

Los sofistas solían contestar a Sócrates una de dos:
-O que todo el mundo lo sabe
-o que nadie lo sabe, porque si no hay una verdades absolutas, menos aún las hay en el tema de lo bueno y malo.

Pero, creía Sócrates que es evidente que no todo el mundo lo sabe ni cree saberlo, porque ni siquiera están de acuerdo.

¿Será, entonces, que no hay nada en sí bueno o malo, sino lo que uno decida o prefiera?

Lo bueno es lo que quiere cada uno, y quien más poder tiene impone sus gustos (pensaba un sofista, llamado Trasímaco).
Pero, objeta Sócrates ¿y si el poderoso es ignorante, y manda algo que le perjudica?

Supongamos que unos extraterrestres te hacen el mejor regalo: una máquina con la que puedes controlar a todas las personas. Puedes destruir o dañar a quien no te obedezca, y nadie te la puede arrebatar, porque detecta a los intrusos y los daña. ¿Esa máquina te acercaría más a la felicidad?


Sócrates, en cambio, confesaba abiertamente que no sabía realmente nada, porque no sabía quién era y qué le convenía. Lo que sí sabía es que no lo sabía, y que debía dedicar todo el tiempo que pudiese a saber eso antes que nada, si no quería vivir (como, por desgracia, le pasa a la mayoría) siguiendo ciegamente el camino trazado.
Así lo cuenta él en su defensa ante el jurado (según la versión de Platón):

De mi sabiduría, si hay alguna y cuál es, os voy a presentar como testigo al dios que está en Delfos. Pues bien, una vez mi amigo Querefonte fue a Delfos y tuvo la audacia de preguntar al oráculo si había alguien más sabio que yo. La Pitia le respondió que nadie era más sabio. Durante mucho tiempo estuve yo confuso sobre lo que en verdad quería decir el oráculo. Más tarde, a regañadientes, me puse a investigarlo del modo siguiente. Me dirigí a uno de los que parecían ser sabios. Ahora bien, al examinarle, me pareció que otras muchas personas creían que ese hombre era sabio, y especialmente lo creía él mismo, pero que no lo era. A continuación intentaba yo demostrarle que el creía ser sabio, pero que no lo era. Así me gané la enemistad de él y de muchos de los presentes. Después de esto iba yo uno tras otro y, ¡por el perro!, me pareció que los de mayor reputación estaban casi carentes de lo más importante para el que investiga según el dios. A causa de esta investigación, atenienses, me he creado muchas enemistades, y han surgido muchas tergiversaciones y el renombre de que soy sabio. Es probable que el dios sea en realidad sabio y que en este oráculo diga que la sabiduría humana es digna de poco o de nada. Y parece que habla de Sócrates como si dijera: ”es el más sabio, el que, de entre vosotros, hombres, conoce, como Sócrates, que en verdad es digno de nada respecto a la sabiduría. [Platón. Apología de Sócrates. 20e y ss. Extractos]

O sea, los que no saben, y ni siquiera saben que no saben, enseñan (y cobran sus enseñanzas, sus discursos llenos de afirmaciones contundentes). Quien sabe que no sabe y busca el saber, no adoctrina, sino que dialoga, y nunca cobra nada por sus palabras. ¿Te suena este fenómeno?

Más curioso aún: los que no saben ni siquiera su ignorancia de lo que es valioso, sostienen que no hay nada que averiguar sobre lo que es bueno (o lo saben ya todos o nunca lo podrá saber nadie); sin embargo, quien sabe que no sabe, cree que se podría llegar a saber qué es lo bueno.


¿Sabe la gente lo que es bueno? ¿Quiénes lo saben?
¿Qué relación tiene esta cuestión con la de la utilidad?