-No des a la enseñanza una forma que les obligue a aprender por la fuerza.
-¿Por qué?
-Porque no hay ninguna disciplina que deba aprender el hombre libre por medio de la esclavitud. El alma no conserva ningún conocimiento que haya entrado en ella por la fuerza.
-Cierto.
-No emplees, pues, la fuerza, mi buen amigo, para instruir a los niños; que se eduquen jugando, y así podrás también conocer mejor para qué está dotado cada uno de ellos.
(Platón)

lunes, 30 de septiembre de 2013

Parménides y el hecho de que los seres sean

Soy esto y soy lo otro: soy profesor o alumno, chistoso o serio, trabajador o haragán. Me preocupa seguir siendo esto, dejar de ser aquello, convertirme en eso otro... Siempre nos ocupamos y preocupamos de y por lo que somos y son las cosas, pero casi nunca nos ocupa el simple hecho de que somos y son: no nos paramos a pensar en el ser, en el ser sin más (o sin menos). Es normal: se da por descontado. Todas las cosas son, así que ¿qué diferencia introduce entre ellas el hecho de que “sean”? Siempre estamos ocupados con lo que introduce alguna diferencia, lo que es “relevante”, lo que sobresale, por encima o por debajo. Que las cosas sean, que yo sea, que tú seas, que haya ser… es algo completamente irrelevante, no genera relieve.

Sin embargo, para el filósofo (ese personaje que, según decía no sé quien, se especializa en el Todo) es de la máxima relevancia justo el hecho de que algo no establezca diferencias y sea igual para todos. El ser no se niega a nada, se “da” a toda cosa, y esto le hace completamente diferente a cualquier otra propiedad. En cierto sentido básico, el ser es el mismo para todas las cosas, no discrimina; las demás propiedades, en cambio, son propiedad de algunos y les falta a otros. Si unas cosas son claras, otras tienen que ser oscuras; si unas son buenas, otras son malas…

Ahora bien, si el ser no introduce diferencias entre los seres, entonces, ¿qué introduce diferencias entre ellos, qué los discrimina, qué pone a unos en el lado de la luz y a otros en el de la oscuridad, o en una mezcla mejor o peor de ambas? No pueden diferenciarse en que son, desde luego: la misma cualidad no puede hacer diferentes a dos seres. Si todas las cosas se volviesen de un solo color, blanco por ejemplo, la vista no las distinguiría, no vería a ninguna más relevante, no vería sombras: todas serían una sola. Claro que, en ese caso, todavía conservaríamos el oído o el tacto para saber que yo soy uno y tú eres otro distinto. Como el sonido no es ningún color, o sea, no pertenece en absoluto al campo del color, puede distinguir a las cosas que no se distinguen por el color.

Si lo seres no se distinguen en que son, quizás se distinguirán, entonces, por otra u otras cualidades totalmente distintas a la de ser, y estas cualidades serán las que importen, las útiles, las relevantes. Pero ¿qué cosa o cualidad hay que sea distinta y totalmente exterior al ser?, ¿qué hay fuera del campo del ser? Fuera del ser solo está, si acaso, el no-ser, la nada, lo que no es. Solo el no-ser puede conseguir que Tú, que estás ahí enfrente, y Yo, que estoy aquí-mismo, seamos diferentes, que tú no-seas yo y yo no-sea tú.

Ahora bien, ¿puede haber lo-que-no-es? ¿Cómo pensarlo? Cuando pensamos algo, el pensamiento tiene que agarrarse a alguna característica, y es precisamente esa característica la que el pensamiento tiene que reflejar exactamente para que sea un pensamiento correcto y verdadero. Sin embargo, lo-que-no-es solo tiene la característica de no-tener-características. ¿Es eso una característica? Pensar el no-ser es, más bien, pensar en lo que no es; es decir, es no pensar algo que es; o sea, pensar en nada; algo tan absurdo como ver la oscuridad, imposible. El no-ser no puede ser (algo). Si lo fuera, además, le pasaría lo que a los demás seres: sería igual a todos los demás en el ser, y seguiríamos en el mismo problema de cómo diferenciarlos. Si somos todos lo mismo en el ser, ¿qué puede hacer realmente el no-ser, exista o no, para distinguirnos y separarnos?

¿Y si, en verdad, visto con profundidad, por debajo de los relieves o adornos, más allá de las apariencias (que se dice que engañan), no somos diferentes, tú y yo, y las otras cosas, sino que somos… todas lo mismo? Si pudiéramos mirar las cosas con total profundidad, con el ojo de la inteligencia pura (el ojo de la diosa verdad) no veríamos ninguna sombra que distinguiera una cosa blanca de otra, no entenderíamos ninguna limitación que haga que tú seas tú y yo sea yo. La sombra que distingue a los cuerpos, el no-ser que distingue a las cosas, es solo cuestión de perspectiva, de no estar en la perspectiva total y absoluta, es cosa de tener la vista corta: una ilusión “óptica” (como ver las cosas más pequeñas porque están más lejos).
  
Por supuesto, los mortales no sabemos mirar así, ver lo uno de todo. Como mucho, podemos figurarnos que una diosa vea así las cosas (o la cosa, mejor dicho), y podemos creer que nuestra labor en la vida es “despertar” a ese pensamiento en que todas las diferencias, sombras y no-seres quedan abolidos, convertidos en humo, y solo queda el ser único bien redondo.

Al menos, esto es lo que parece creer Parménides, como otros sabios de otras culturas, según dice su poema, en el que relata lo que dice que le dijo la Diosa durante un “viaje” o transporte místico:


Venga, yo te diré (y tú guarda el relato que oigas)
qué dos únicas vías en la búsqueda hay concebibles. 
La una: que es, y que no es que no sea, 
esa es digna de fe y confianza (pues verdad la acompaña); 
la otra, que no es y que es necesario no-ser, 
esta está, te lo advierto, desviada de toda credibilidad, 
ya que ni podrías conocer el no-ser (porque nunca se alcanza) 
ni pensarlo.

Pues lo mismo es el pensar y el ser.
(Parménides, Fragmentos 3 y 4 –traducción mía-)

Del No-ser no sale el Ser, el No-ser no sale del Ser.
El límite de ambos es visto por los que contemplan la verdad.
Sabe que es indestructible Aquello de que este Todo está penetrado.
La destrucción de esta cosa imperecedera nadie es capaz de causarla.
(Bhagavadgita, II, 16-17 -traducción de F. Rodríguez Adrados-)

¿Qué te parece este pensamiento? ¿Es concebible, siquiera en un rapto místico, que toda la realidad es una sola?

También puedes leer de Parménides aquí

martes, 24 de septiembre de 2013

Tales de Mileto

¿Cuál es el principio de todo, de todas las cosas? No el principio de los seres humanos, o de los seres vivos, o del sistema solar, o del universo si es que hay o puede haber otros universos o “realidades”; tampoco el principio en el sentido de cuándo, en qué momento empezó todo. Sino cuál es el principio, origen, causa, razón… de que existan todas las cosas.

El principio de todas las cosas podría ser 
  • o bien nada (o, por decirlo como si fuera un personaje, la Nada),
  • o bien Algo (¿o incluso Todo?).

¿Puede la Nada ser el principio de Algo y de Todo? Eso a muchos hombres, incluidos los filósofos en su mayoría (aunque esto no es un asunto a votar, al parecer), les resulta absurdo: ¿podría el algo salir de nada? Es más, ¿puede siquiera “haber nada” o concebirse la Nada? Parece que siempre tenemos que concebir algo, y que no puede (no) haber nada.

Es “obvio” que nosotros, tú y yo, la mesa, el pájaro que canta en ese árbol…, los que no somos Todo, los seres limitados, los “mortales”…, nacemos y morimos, es decir, pasamos, cada uno, a ser algo desde no ser nada, y pasamos a dejar de ser algo, a ser nada.

Pero eso no puede afectarle al Todo. Lo que pasa es que nosotros, al nacer y morir, somos transformaciones de lo mismo, de una cosa única que es todas las cosas en el fondo.

Esa sustancia única que se transforma en todas sin ser ninguna de ellas (que “ni se crea ni se destruye, solo se transforma”, como dice el primer principio de la Termodinámica), es una especie de fluido universal y vital, del que todos nosotros, tú y yo, la mesa, ese pájaro que canta en ese árbol, somos partes, partes que nacen y mueren, para volver a lo que ni nace ni muere.

 “Aquello a partir de lo cual existen todas las cosas, lo primero a partir de lo cual se generan y el término en que se corrompen, permaneciendo la sustancia mientras cambian los accidentes, dicen que es el elemento y principio de las cosas que existen. (…) No todos dicen lo mismo sobre el número y la especie de tal principio, sino que Tales, quien inició semejante filosofía, sostiene que es el agua”. (Aristóteles Met. I, 983b)

El psicólogo, antropólogo y crítico René Girard ha observado que los seres humanos tenemos una gran necesidad de interpretar el desorden de los mitos desde el punto de vista del orden. (...) “Constantemente mejoramos la mitología en el sentido de que cada vez la despojamos más del desorden.” Uno de los modos en que la temprana filosofía griega mejoró la idea mítica del desorden fue inyectándole una actitud científica. Tales, Anaximandro y Anaxágoras entendían que una energía específica (agua o aire) había estado en flujo caótico y que a partir de esa sustancia se habían plasmado las diversas formas del universo. Eventualmente, pensaban estos protocientíficos el orden se disolvería y regresaría al flujo cósmico y luego aparecería un nuevo universo. [J. Briggs y F. D. Peat. El espejo turbulento]
  
¿Crees que esto es una buena idea?
¿Cómo puede argumentarse o demostrarse?
¿Qué le falta, si le falta algo, para explicar el origen de toda la realidad?
¿Para qué sirve?



                                                       

                                                               ****

¿Por qué cada cosa es como es y se mueve como se mueve? ¿Hay algo completamente inerte e inconsciente en el universo, o todo está animado por un principio propio, más o menos “despierto”, que es algo así como su “alma”?

“Algunos dicen que el alma está mezclada en el todo, de ahí también quizá que Tales haya pensado que todo está lleno de dioses” (Aristóteles, Del alma, I, 5 411a Gredos)

No parece haber muchas razones para dudar que los perros sean conscientes, o aun los ratones. Algunas personas lo pusieron en duda, pero creo que esto se debe frecuentemente a una confusión de la conciencia fenoménica con la autoconciencia. Los ratones podrían no tener un gran sentido de sí mismos y podrían no ser propensos a la introspección, pero parece totalmente plausible que hay algo que es como ser un ratón. (...) A medida que nos movemos hacia abajo en la escala desde los peces y las babosas, a través de redes neuronales simples, hasta los termostatos, ¿dónde debería extinguirse la conciencia? Es probable que la fenomenología de los peces y las babosas no sea primitiva sino relativamente compleja, y refleje las diferentes distinciones que estos seres pueden hacer. Antes de que la fenomenología desaparezca del todo podemos suponer que llegaremos a algún tipo de fenomenología máximamente simple, (...) algo como un termostato. (...) Alguien que encuentre que es “descabellado” suponer que un termostato pueda tener experiencias al menos nos debe una explicación de por qué lo es. [D. Chalmers, La Mente Consciente, 8, 4 Gedisa]

¿Qué crees: está todo animado, o esto es simple pensamiento “mágico”?


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Puedes leer también aquí

jueves, 19 de septiembre de 2013

El "nacimiento" de la Filosofía. El Mito y la Curiosidad

¿Cuándo empezaron los hombres a hacer filosofía? La Historia dice que eso empezó en Grecia, por el siglo VII a. c., y por ahí nos vamos a ver obligados a empezar aquí. Pero ¿es esto cierto?, y, si lo es, ¿en qué sentido lo es? Puede pareceros una cuestión simplemente científica, histórica (¿por qué poner en duda lo que dicen los historiadores?)… pero no lo es, o no solo. No lo es porque para saber cuándo empezaron los humanos a hacer filosofía hay que saber, antes, qué son los humanos y qué es la filosofía, y esto son cuestiones, al menos en parte, propias de un filósofo. ¿Se puede hablar de Humano, por ejemplo, antes de que uno se angustie por el sentido o sinsentido de la vida, es decir, que de alguna u otra manera esté empantanado de filosofía, y no solo de técnicas de dominio de la naturaleza? ¿No tiene que ser la Filosofía tan vieja como el Humano, si no más? ¿En qué momento se puede hablar de filosofía y dejar de hablar de religión o visión religiosa?
 
Si, según creen los científicos, desde hace ciento y pico mil años los humanos son como ahora, con el cerebro básicamente igual, entonces ya entonces tenían la capacidad de preguntarse qué hacían aquí, qué sentido tenía su existencia, por qué hay algo en vez de nada… Y los restos que nos han dejado, con sus “graffiti” cavernarios (como los ha llamado hoy un compañero vuestro) o los túmulos, etc., así parecen indicarlo. Aunque quizás se tardó mucho en irse formulando mejor y más claramente esas preguntas. Quizás la humanidad crece o evolucionada como lo hace una persona a lo largo de su vida, y pasa, entonces, por una infancia en la que hace poco más que alimentarse, dormir y percibir el mundo con una mezcla casi indistinta de sensibilidad e imaginación. Si esa comparación es buena, Grecia pudo ser como la adolescencia de la humanidad, esa crisis vital de la que todavía vivimos. En la adolescencia uno ya no puede creer simplemente lo que le han contado los Padres y tiene que hacerse cargo de su propia vida. Así es la crisis de la adolescencia, en la que muchos de vosotros estaréis metidos, con su cuestionamiento de todo, con sus llantos sin motivo concreto (porque el motivo es el Todo, o la Nada), con su ansia de Libertad…

No es incorrecto, quizás, decir que la humanidad comenzó con concepciones mágicas y míticas, y que solo poco a poco fue desarrollando un tipo de preguntas más claras y racionales. Y sí parece que en Grecia se dio una salto importante en esa evolución (les debió ayudar ser gente viajera rodeada de grandes civilizaciones que habían dado de sí cuanto podían), sin que eso signifique que hubiese una mañana en que algunos despertaron completamente racionales (¿quién es completamente racional?) ni que en las otras culturas y civilizaciones no haya “filosofía”, si bien mezclada con elementos muy fantásticos y con más uso del argumento de autoridad que de la autoridad de los argumentos.

Para que pensemos en esto, en los mitos y la filosofía, os copio aquí partes del bellísimo (al menos para mi gusto) mito hebreo del origen del mundo y del hombre (aunque los hebreos lo tomaron de los egipcios y estos, quizás, de otros pueblos anteriores), y os pongo, después, una observación de Aristóteles que parece escrita como comentario a este mito, pero que es, en verdad, un comentario a todos los mitos:

Al principio creó Dios los cielos y la tierra. La tierra estaba confusa y vacía y las tinieblas cubrían la faz del abismo, pero el espíritu de Dios se cernía sobre la superficie de las aguas.Dijo Dios: “Haya Luz”; y hubo luz. Y vio Dios ser buena la Luz, y la separó de las tinieblas. Y a la luz llamó Día, y a las tinieblas, Noche; y hubo tarde y mañana; Día primero.Dijo Dios: “Haya firmamento en medio de las aguas, que separe unas de otras”. Y así fue. E hizo Dios el firmamento, separando aguas de aguas. Y vio Dios ser bueno. Llamó Dios al firmamento, Cielo, y hubo tarde y mañana. Día segundo.(...) [Génesis 1. extractos]

Modeló Yahvé Dios al hombre de la arcilla y le inspiró en el rostro aliento de vida, y fue el hombre así ser animado. Plantó luego Yahvé Dios un jardín en Edén, al oriente, y allí puso al hombre, a quien formara. Hizo Yahvé Dios brotar en él de la tierra toda clase de árboles hermosos a la vista y sabrosos al paladar, y en medio del jardín el árbol de la vida y el árbol de la ciencia del bien y del mal.(...) Tomó pues, Yahvé Dios al hombre, y le puso en medio del jardín de Edén para que lo cultivase y guardase, y le dio este mandato: “De todos los árboles del paraíso puedes comer, pero del árbol de la ciencia del bien y del mal no comas, porque del día que de él comieres, ciertamente morirás”. [Génesis 2, extractos]

Como veis, Dios puso a nuestros padres en un Paraíso, donde no morían, no se avergonzaban de su cuerpo, eran muy ecológicos… porque no conocían el bien y el mal. La serpiente “tentó” a Eva (¿la primera filósofa de la historia?) diciéndole que, si Dios les había prohibido esa fruta, era porque no quería que fuesen tan sabios y poderosos como él. Probar el fruto del conocimiento del bien y el mal nos trajo el trabajo, la muerte, el pudor… y la asistencia a la escuela. ¿Qué tal si Eva se hubiera dejado de tanta curiosidad y soberbia, y se hubiese dedicado a disfrutar sin intentar saber qué está bien y está mal, obedeciendo simplemente al bondadoso padre celestial…? ¿Qué tal si tú obedeces en todo lo que te tienen planeado tus sabios padres, y dejas de hacer preguntas sobre lo bueno y lo malo?

Ahora, el texto de Aristóteles:

Y así con razón debe mirarse como cosa sobrehumana la posesión de esta ciencia [la filosofía, el saber de los principios de todas las cosas]. Porque la naturaleza humana es esclava en tantos aspectos que Sólo Dios como dice Simónides, debería disfrutar de este precioso privilegio. Sin embargo es indigno del hombre no ir en busca de una ciencia a la que puede aspirar. Si los poetas tienen razón diciendo que la divinidad es capaz de envidia, con ocasión de la filosofía podría aparecer principalmente esta envidia, y todos los que se elevan con el pensamiento deberían ser desgraciados. Pero no es posible que la divinidad sea envidiosa, y los poetas, como dice el proverbio, mienten mucho. [Extractos del libro 1 de Aristóteles, Metaph.]


Pregunta: ¿mienten los mitos? ¿En qué? ¿El filósofo, como por ejemplo Aristóteles, es un tipo sanamente curioso, o más bien un impío?


Cuadro.- Klimt Adam und Eva unvollendet, 1917

miércoles, 18 de septiembre de 2013

Bienvenidos al curso de (¿)Historia(?) de la Filosofía

Bienvenidos a todos, tanto a los alumnos y alumnas de este curso (2013-14 del IES Pascual Carrión de Sax), como a todas aquellas personas que lleguéis a este lugar dedicado a la Historia de la Filosofía. Pensaba intentar escribiros, como otros años, alguna bienvenida agradable, pero como es un poco tonto hacer lo que ya está hecho perfectamente, os remido a la bienvenida que mi amigo Vítor Bermúdez da a sus nuevos alumnos de esta misma materia en su estupendo blog. Podéis leerla aquí.

En este curso volveremos, si somos capaces, a hacernos las mismas preguntas del año pasado y de siempre, esas preguntas paradójicas, profundas (al menos en apariencia), universales, pero, sobre todo, vitales…, porque son las que se preguntan por el sentido de la vida. No sé si estaréis de acuerdo en que son las más importantes, aunque la sociedad o sus dirigentes tienden a pensar que estorban, estorban al buen funcionamiento del Mercado.

Pero en este curso, a diferencia del curso de primero de Bachillerato, recorreremos esas preguntas a lo largo de la historia, mirando cómo se las plantearon los diferentes pensadores, desde la Grecia del siglo VII a.c., donde dice el mito de la historia que se dejó atrás el mito y surgieron los primeros “filósofos”, hasta casi nuestros días.

Y ya una primera pregunta que podemos y tenemos que hacernos (porque es una pregunta filosófica) es esta: ¿es adecuado estudiar la Filosofía como una historia?

-Si estudiásemos una historia de las Ciencias, prácticamente todo el mundo (todos los que son competentes en la materia, en las ciencias) dirá que a lo largo de esa historia se puede observar una evolución, es decir, un proceso orientado hacia mejor, hacia más saber.

-Quizás también en la Política la mayoría estaría de acuerdo en que se ha producido un avance general a lo largo de la Historia (ya no hay esclavos –se dice-, no hay sacrificios humanos –se dice-…).

-Igualmente, tal vez la mayoría diría que hay una evolución histórica en la religión, desde las primeras manifestaciones, mágicas, pasando por los politeísmos zoomórficos y antropomórficos, hasta el monoteísmo judeo-cristiano-islámico, o el “nihilismo” budista.

-El asunto sería más dudoso en el arte. ¿Es mejor, o más evolucionado, el arte de Picasso que el de las cuevas de Altamira? ¿Es superior Wagner al canto gregoriano?

Y ¿qué pasa con la Filosofía, es decir, con el Pensamiento, cuando se dedica a buscar una respuesta al sentido último de la realidad, de la existencia? ¿Se ha producido un avance en estos asuntos, aunque sea pequeño? ¿Ha superado Nietzsche a Platón y a Kant? ¿Superó Kant a Platón y Aristóteles?

Como era de esperar, tratándose de una pregunta filosófica, los propios filósofos discrepan. Aunque la mayoría de los expertos en filosofía sí cree, hoy por hoy, que ha habido Historia, es decir, cambio, en la Filosofía, no todos lo aceptan. Y, entre los que lo aceptan, hay muchas diferencias en cómo interpretan ese cambio, esa Historia, porque los filósofos discrepan, precisamente, en qué es la Historia, qué hay que considerar avance.

Como quizás vosotros aún no estáis en condiciones de responder a esa cuestión, os hago esta otra:

 ¿Creéis que es posible un avance en los problemas filosóficos? ¿Es posible reformular mejor las mismas preguntas, y dar respuestas más convincentes? ¿O bien hay algo, propio de estas preguntas, que impide que pueda haber un verdadero avance, más allá de formular las cosas de una manera diferente pero no mejor? ¿Hay que estudiar a Sócrates, por ejemplo (quien dijo que solo sabía que no sabía nada, pero que también sabía que los que creen y aparentan saber algo están peor que él, ya que no saben a dónde van con todos sus esfuerzos y estudios; y que una vida sin examen no merece la pena vivirla...) debemos estudiarle, digo, como algo ya superado, o mejorado (igual que, si alguien estudia a los científicos griegos, los encuentra ya superados)?