-No des a la enseñanza una forma que les obligue a aprender por la fuerza.
-¿Por qué?
-Porque no hay ninguna disciplina que deba aprender el hombre libre por medio de la esclavitud. El alma no conserva ningún conocimiento que haya entrado en ella por la fuerza.
-Cierto.
-No emplees, pues, la fuerza, mi buen amigo, para instruir a los niños; que se eduquen jugando, y así podrás también conocer mejor para qué está dotado cada uno de ellos.
(Platón)

viernes, 14 de mayo de 2010

Perspectivas e interpretaciones del pensador de la perspectiva y la interpretación (Nietzsche VIII)

“A veces veo mi mano como si tuviera en ella el destino de la humanidad -: la rompo invisiblemente en dos trozos, antes de mí, después de mí”.

“Conozco mi suerte. Alguna vez irá unido a mi nombre el recuerdo de algo monstruoso – de una crisis como jamás la hubo antes en la tierra, de la más profunda colisión de conciencias…” Fragmentos póstumos, 25(5 y 6)


Como pasa con todo gran pensador, el significado del pensamiento de Nietzsche en la cultura y la sociedad es muy grande, aunque su influencia sea indirecta (a través de los intelectuales que influyen en la política, el arte, la ciencia, etc.), y crece y se ajusta a medida que pasa el tiempo y hay más perspectiva para valorarlo. En los poco más de cien años que han pasado desde su muerte, Nietzsche está omnipresente en toda la filosofía.
Pero, como pasa a menudo, sobre todo con los pensadores más originales, no todo el mundo entiende de la misma manera su mensaje.

Pocos contemporáneos suyos se dieron cuenta de la importancia de su obra. Su forma de escribir, muy literaria y poco escolástica y técnica, hizo a muchos creer que era un simple “ensayista”, irónico y crítico. No fueron capaces de ver que sus argumentos atacaban los puntos centrales del edificio del pensamiento tradicional.

Los primeros que empezaron a darle importancia filosófica lo consideraron un pensador irracionalista y “vitalista”, cosa que era propia de ciertos post-románticos de fines del siglo XIX. Esta interpretación no comprendió el lenguaje necesariamente “metafórico” de Nietzsche, no veía que en Nietzsche las palabras “vida”, “hombre”, etc, no tienen un significado biológico, antropológico, etc.

Como todo pensador original, Nietzsche tuvo que usar el lenguaje existente, pero dándole un significado más profundo. Por eso, sólo los que pudieran estar a la altura de ese pensamiento (al menos a la altura suficiente como para divisarlo, allá arriba en las alturas –o allá abajo en las profundidades-) podrían entenderlo, los demás se quedarán con una interpretación superficial y, con toda seguridad, errónea. En Nietzsche las malinterpretaciones son muy fáciles, y nefastas.

La interpretación más torpe es, desde luego, la que de su pensamiento hizo el nacionalsocialismo. Esta interpretación ha tenido cierto éxito porque, además de interesarle a los propios nazis (así se asociaban el nombre de un gran filósofo), les ha interesado a cuantos han querido desprestigiar a Nietzsche y sustituir los argumentos por el descrédito (esto es bastante corriente en el mundo intelectual). Pero quien cree esa interpretación, es que no ha leído una sola línea de Nietzsche, porque es difícil no encontrarse con alguna frase suya contra los nacionalistas y los antisemitas:

“Máxima: no tener trato con nadie que participe en la mentirosa patraña de las razas. (¿Cuánta mendacidad y cuánta miasma hacen falta para promover cuestiones raciales en la actual Europa de la mezcolanza!)”

“No hay en Alemania una banda más desvergonzada y estúpida que estos antisemitas. ¡Esa chusma se atreve a llevar a la boca el nombre de Z(aratustra). Fragmentos póstumos 7(67)

Además calificó al nacionalismo como la peor enfermedad de Europa. Y especialmente escribió contra nacionalismo alemán.

Un intento de apropiación casi tan burdo (aunque de un significado histórico menos tremendo) es el del pensamiento de “izquierdas”, o socialista. Desde luego, hay cierto aspecto en común: el ateísmo y el “materialismo” o inmanentismo: la negación de lo trascendente. Pero aquí se acaban las coincidencias, y son interpretadas de forma muy diferente. Nietzsche vio al socialismo como un cristianismo revestido de materialismo: la moral es la misma: la igualdad de todos y la compasión, en definitiva, la moral de rebaño. Contra eso, el pensamiento político de Nietzsche es aristocrático. Decirle a los proletarios que son iguales que los amos, y que deben acabar con las jerarquías es un gran error. Por eso, más acertadamente, algunos pensadores marxistas han visto en Nietzsche un defensor del individualismo elitista hijo de la burguesía.

Más interesante, aunque seguramente en las antípodas de la intención de Nietzsche (o precisamente por eso), es el intento de algunos cristianos por considerarle como un cristiano muy radical. ¿Cómo puede alguien creer tal cosa de Nietzsche? Precisamente los más contrarios (decía el viejo sabio Heráclito) son los más semejantes, quizás son… lo mismo. ¿Podría entenderse a Nietzsche como la forma más radical y honesta de lo que, en el fondo, sería el mensaje cristiano, y que ningún cristiano habría entendido bien? ¿Dice el cristianismo que la vida es sagrada, que el mundo no tiene su sentido fuera de sí, que hay que vivir afirmando absolutamente el presente, con una voluntad pura y libre de resentimiento y venganza…? Es duro de tragar. Otros creen que, como Nietzsche mismo se expresaba, su pensamiento representa el mayor y más demoledor ataque que ha recibido jamás el cristianismo, y toda religión trascendente en general.
Misteriosamente, Nietzsche firmó algunas de sus últimas cartas como El Crucificado. ¿Fue por ironía, locura…?

La interpretación más popular entre filósofos es, seguramente, la del filósofo Martin Heidegger. Heidegger (quizás uno de los dos más grandes filósofos del siglo XX) sostiene que, ante la gran cuestión para el hombre, la cuestión que nos constituye en nuestra verdadera existencia, que es la cuestión del sentido del ser, la metafísica, desde Platón, ha contestado que el ser es la presencia, es decir, lo que se muestra a la “vista”, la Idea (en Platón), la Forma (en Aristóteles), el Acto puro (la filosofía medieval), la Certeza (de Descartes y la filosofía moderna), la Voluntad (en los idealistas del siglo XIX)… Según Heidegger Nietzsche es el último metafísico. La Voluntad de Poder no es más que la última consecuencia de ver el ser como lo observable y manipulable. Con Nietzsche, en efecto, acaba la metafísica, pero el propio Nietzsche está dentro, no fuera de ella. La Metafísica ha dado como último fruto la visión pragmática y mecanicista del mundo moderno, lo que, según Heidegger, se encarna en la política y la economía moderna, en la bomba atómica y la cadena de montaje. El eterno retorno de Nietzsche, llegaa a escribir Heidegger, se expresa en la rueda de la máquina. Tenemos que “superar” ese camino, volver a preguntarnos por el sentido del ser, que no es lo que se muestra, no es el ente, sino lo que se “oculta al mostrarse”. Y ¿cómo se hace eso? ¿Cómo debe ser el pensamiento que no es metafísico? Según Heidegger se parece más a lo que hace el poeta que a lo que hace el científico.

En la segunda mitad del siglo XX varios filósofos franceses han rechazado esta interpretación, y han preferido ver en Nietzsche, de acuerdo con como se presenta el propio Nietzsche a sí mismo, el gran destructor (o deconstructor) de la metafísica. El pensamiento tradicional se basaba en la unidad, la identidad, la razón… Nietzsche ha descubierto que más básica que la unidad es la pluralidad, que más básica que la identidad es la diferencia, que más básica que la razón es lo irracional e inconsciente. Nietzsche ha “deconstruido” el pensamiento tradicional y platónico, y con eso nos ha ayudado a liberarnos de la enajenación en que ese pensamiento nos tenía. Ahora tenemos que afirmar la vida, aquí en la tierra, no en el más allá.


Que Nietzsche tenga tantas “caras” no es un problema para su pensamiento. ¿No fue él, no es él el pensador de la Perspectiva? ¿No pensaba él que toda teoría es interpretación? El buen discípulo es el que no sigue fielmente a su maestro, el buen maestro es el que tiene discípulos enemigos.
Así que puedes decir: “yo soy nietzscheano porque no soy nietzscheano”.

Pero el “mediocre” no quiere aceptar que toda teoría tiene su reverso:

“¿Qué es lo mediocre en el hombre típico? Que no comprende como necesario el reverso de las cosas: que combate los inconvenientes como si pudiera renunciar a ellos; que quiere una cosa sin la otra. […] Nuestra visión es la inversa: que con todo crecimiento tiene que crecer también su reverso, que el hombre superior, suponiendo que sea permitido un concepto tal, sería el hombre que representara con mayor fuerza el carácter antitético de la existencia". Fragmentos póstumos, 10(111)

Por eso, la filosofía sigue siendo “para todo el mundo y a la vez para muy pocos”:

“Este libro se dirige solamente a pocos – a los seres humanos que han llegado a ser libres, a quienes ya no les está prohibido nada.” Proyecto de prólogo, fragmento póstumo 15(76)

¿Qué es, pues, la Filosofía según Nietzsche?:

“La filosofía, tal como yo la he entendido y vivido hasta ahora, es la búsqueda voluntaria incluso de las caras más malditas e infames de la existencia. De la prolongada experiencia que me ha proporcionado este caminar por el hielo y el desierto yo he aprendido a considerar de otro modo todo lo que se ha filosofado hasta ahora – se me ha puesto al descubierto la historia oculta de la filosofía, la psicología de sus grandes nombres. “¿Cuánta verdad soporta, cuanta verdad osa un espíritu?” – esto se ha convertido para mí en el auténtico criterio de valor. El error es una cobardía […]El estado más alto que un filósofo puede alcanzar: tener una actitud dionisiaca con la existencia -: mi fórmula para ello es amor fati". Fragmentos póstumos 16(32)

¿Qué te “dice” a ti la obra de Nietzsche? ¿En qué puede cambiar tu vida?

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