-No des a la enseñanza una forma que les obligue a aprender por la fuerza.
-¿Por qué?
-Porque no hay ninguna disciplina que deba aprender el hombre libre por medio de la esclavitud. El alma no conserva ningún conocimiento que haya entrado en ella por la fuerza.
-Cierto.
-No emplees, pues, la fuerza, mi buen amigo, para instruir a los niños; que se eduquen jugando, y así podrás también conocer mejor para qué está dotado cada uno de ellos.
(Platón)

miércoles, 3 de octubre de 2012

Heráclito, la locura de la sabiduría

(Narración, ficticia y, por tanto, real)

Sin hacer caso de las gentes, que dicen que es un loco soberbio y huraño, un día subí hasta la cabaña del viejo Heráclito, el filósofo solitario que, según cuentan, se alimenta de raíces y dice cosas incomprensibles. Lo encontré jugando a las tabas con unos niños. La fama dice que sólo a los niños les tiene aprecio. Me detuve a unos pasos de ellos y, al notar mi presencia, el viejo dijo:
-¿Qué quieres? ¿Sabes el juego de las tabas?
-Sí –dije-, pero vengo a otra cosa.
-¿A qué vienes? –dijo, secamente.
-A conocer tu sabiduría –contesté.
-¿Sabiduría? –dijo, en tono irónico-. Si sabes jugar a las tabas ya tienes toda la sabiduría –hizo un silencio. Yo tampoco dije nada. Luego siguió- Vete, no tengo nada que enseñarte. En la ciudad hay muchos maestros, pueden enseñarte a ser un buen ciudadano, rico y respetado.
-Ya los conozco –dije yo-. Ahora quiero saber qué dices tú, al que ellos toman por loco.
-Hazles caso –dijo él-. Lo que tengo que decir no sirve para nada, y es absurdo, enemigo de la normalidad.
-Ya sé lo que dicen los normales –insistí yo-, quiero saber también lo absurdo.
-Piénsalo tú mismo, como he hecho yo: estudiarme a mí mismo –dijo en su tono seco.
-Creía –dije- que los que han pensado algo profundo aman a las personas, y están dispuestos a hablar con ellos si los ven deseosos de comprender. ¿Tu sabiduría te lleva a rechazar la amistad?
Entonces él se me quedó mirando, con una mezcla de curiosidad y cierta satisfacción, y con un tono más dulce, me dijo:
-¿Sabes digerir raíces?
-Dicen que son muy amargas –contesté.
-Y por eso mismo son lo más dulce –dijo él.
-Sí, querría ir a las raíces: son las que sujetan el árbol –dije.
-Porque están ocultas a la vista y no son aparentes –dijo.- Lo que yo pueda decirte es locura para los más, que sólo creen lo que se ve, e ignoran la luz oculta. Los más viven en sueños, son propiamente idiotas.
-¿Cuál es nuestra idiotez? –pregunté.
-La idiotez –contestó, mientras seguía jugando a las tabas con los niños- es vivir en un mundo propio, y no conocer el mundo común. Pero hay una única Razón, que lo gobierna todo y es todo. Ella es un fuego vivo, que todo lo crea y todo lo devora, y que huele a diferentes cosas según las hierbas que consume.
-¿Y cuál es esa Razón única? –le pregunté.
-Las gentes, encerradas en su sueño, creen que lo blanco es blanco y lo negro es negro; que lo vivo es vivo y lo muerto, muerto; que lo sagrado es sagrado y lo profano es profano; que lo bueno es lo bueno y lo malo es lo malo.
-Eso creen todos –asentí.
-Sin embargo –siguió-, lo blanco se oscurece y lo negro blanquea; lo vivo muere y lo muerto nace a la vida; lo sagrado se profana y lo profano se consagra; lo bueno hace el mal y lo malo se hace bueno. Esto no le llama la atención al que está metido en el sueño que llaman vida.
-¿Por qué tenía que llamarle la atención que las cosas cambien? –dije.
-Tenía que llamarnos la atención que lo mismo, exactamente lo mismo, se haga justo lo contrario, sin dejar de ser exactamente el mismo e incluso por eso mismo.
-¿Quieres decir que la misma cosa, yo por ejemplo, permanece a través de los cambios? –le pregunté yo.
-No sólo eso –contestó-: es que es la misma gracias a que cambia, como un medicamento, que si no lo agitas se descompone. Y es diferente gracias a que es la misma, como el camino hacia arriba es el mismo que el camino hacia abajo. La normalidad idiota es la que distingue y se queda con sólo una parte. Si esto es blanco, no es negro, si es bueno, no es malo. La normalidad idiota querría eliminar lo negro y quedarse sólo con lo blanco, eliminar lo malo y quedarse con lo bueno… No ven que la guerra es la madre de todo, y que si eliminas uno eliminas el contrario. Sin mortales, no hay dioses, sin dioses no hay mortales.


-Sin invierno no hay primavera, sin dolor no se aprecia la felicidad –dije.
-Es más –siguió él-, no ven que lo uno es lo otro a la vez, que lo más claro es justo lo más oscuro.
-Eso es mucho más difícil de comprender –dije yo.
-Sí, para nuestro entendimiento limitado –contestó-. No comprender eso nos hace mortales. Aunque hasta en las vidas de los más simples se experimenta esto que te digo (o, más bien, lo que dice la Razón por medio de mi boca): por ejemplo, cuando llegan a sentir que una felicidad desbordante no se distingue de la mayor tristeza; o que quien más te cuida es tu mayor tirano; o que lo más luminoso ciega, y la mayor oscuridad, brilla. Pero con su razón no llegan a ver que lo Uno es lo mismo que lo Otro, que el Ser es lo mismo que la Nada, que lo más grande, lo absolutamente grande o infinito, es lo mismo que lo infinitamente pequeño… precisamente porque son contrarios. La sabiduría única dice que cuanto más contrarias son dos cosas más se acercan a ser la misma, y lo totalmente contrario es absolutamente lo mismo. Por eso la mayor sabiduría es la mayor locura, mientras que los ignorantes corrientes son los cuerdos.
-Al sentido común le cuesta seguir a esa Razón común de la que hablas –dije yo.
-Si no abandonas el sentido común –me contestó-, si no ves la idiotez de la normalidad, no puedes entender esto. Si conservas la cordura, la perderás; si la abandonas, la conseguirás. –Hizo un pequeño silencio, y luego siguió-: ¿Ves estas tabas? Los adultos lo llaman un juego. Saben lo que es un juego y lo que va en serio. Lo que ellos hacen es lo real: su política y sus guerras, sus negocios y sus pérdidas, sus hijos y su enemigos, sus esposas o esposos y sus ponerse los cuernos… todo eso es realmente serio, creen ellos. En verdad, es tan juego como las tabas. Es un ridículo juego. No comprenden que tomarse las cosas en serio es estar metido en un juego, y tomarse las cosas como un juego es lo único serio. El dios comprende todo en uno, y ve que guerra y paz son lo mismo. Pero nosotros somos como monos comparados con el dios. Nosotros ponemos nombres a las cosas, y lo que es esto no puede ser aquello. El dios, en cambio, tiene y no tiene nombre.
-¿Qué nombre tiene? –dije yo.
-Los griegos –me contestó- le llaman Zeus, o sea, luz, que es lo más grande. Pero con eso lo separan de la oscuridad. En cambio, el dios no está separado de nada, para el ser Absoluto nada es malo o despreciable. Por eso no puede ponérsele ningún nombre, ni adorársele de ninguna manera. Quiere y no quiere llamarse Zeus.
-¿Nunca podremos comprender eso, entonces? –le pregunté.
-Precisamente ahora lo comprendes –contestó-. Lo comprendes no comprendiéndolo, y no lo comprendes al intentar comprenderlo.
-Viejo Heráclito –le dije, entonces-, tú llevas años pensando en todo eso, y tu gran inteligencia te ha permitido llegar tan lejos que te sientes un extranjero entre los hombres. ¿Qué les dirías, si te pidiesen que les resumieses todo tu saber?
-Los hombres –dijo- dicen buscar el sentido de la vida, la solución al misterio de la muerte. Es verdad que muy a menudo se olvidan de eso, y se dedican a sobrevivir y reproducirse, generación tras generación. Pero el sentido de las cosas está ahí mismo, en cada uno de ellos. Lo encontrarán cuando vean que el sentido es lo mismo que el sinsentido; lo solucionarán cuando vean la vida como muerte y la muerte como vida.
-¿Cómo puede verse a la muerte como vida? –dije yo- ¿Crees que merece la pena decirles algo tan desesperanzador?
-Sólo es desesperanzador para el que no sabe qué es vivir –me contestó-. En lo que llaman vida no hay más que un continuo morir, instante a instante, para repetirse su nada. En la muerte alcanzamos la indistinción, y nos convertimos otra vez en el Zeus y Fuego y Razón única. Ya no distinguimos vida de muerte, felicidad de tristeza: despertamos. Pero los hombres quieren aferrarse a su sueño, y no quieren despertar, aunque en el sueño sufren continuamente. Aprende de esto, del juego. El reino es de un niño.

Esa fue mi primera conversación con el oscuro Heráclito, como le llaman los más, los “idiotas”, según los llama, cariñosamente, el viejo. Después he subido varias veces hasta su choza. Con el tiempo, he aprendido todos los secretos de las tabas, y se jugar sin pensar, y entonces lo comprendo todo. O eso me parece.

¿Qué piensas tú de un pensamiento como éste? ¿Sabiduría y locura son lo mismo? ¿Los contrarios son idénticos?

Ver también esta otra entrada sobre Heráclito

5 comentarios:

  1. Hola! ;)
    La verdad es que este filósofo me cuesta de entender algunas veces y otras es fácil hacerlo. Pienso que puede tener razón con su pensamiento, ya que si algo tiene un contrario, ese contrario es a su vez el contrario de ese algo, por lo tanto, son iguales; pero como bien se dice en el texto tenemos la mente preparada para pensar cosas lógicas y nos cuesta extraernos de la "realidad". No vemos claro que el blanco sea negro, y que el negro sea blanco porque desde pequeños nos han enseñado que cada cosa es una cosa distinta.
    Estás ideas son sabidurías para quien deja de creer y de pensar en lo que ya conoce e intenta buscar otro sentido distinto, y son locura para quien no quiere extraerse de sus pensamientos de siempre.
    Y, personalmente, me cuesta entender que los contrarios son lo mismo jejeje, pero en algunos ejemplos se ve más claro que en otros (como en el blanco y negro: lo muy blanco te ciega y lo muy negro no te deja ver, es decir, lo mismo), solo que a mi y a todos nos han enseñado de una forma y nos cuesta separarnos de ella.
    Sinceramente, si tengo que entender perfectamente a Heraclito me explotaría la cabeza en el intento jajaja.
    Soy José Manuel Nolasco Vidal de 2º Bach Ciencias
    Saludos!! ;)

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    1. Hola, Chema,
      tienes "razón" al decir a la vez que lo entiendes y no lo entiendes (es lo que dice Heráclito). Me temo que la filosofía consiste en intentar pensar esos imposibles, pero no te preocupes, porque ya no vamos a volver a ver a alguien tan "colgado" como Heráclito.

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  2. Juan Antonio:
    Después de haber escrito un poemita titulado Contrarios al hilo de la concepción filosófica de Heráclito, y sin ánimo de profundizar en el tema para el que no estoy preparado, encontré en la red tu artículo a la hora de publicarlo en mi cuaderno Lucernarios: http://juliogalonso.wordpress.com/2013/02/16/contrarios/
    Tomé de tu artículo una de las imágenes y consideré de interés añadir una nota a pie de poema enlazando tu artículo y aconsejando su lectura.
    Espero que disculpes mi atrevimiento y si hubiere algún problema por el que no cupiera la publicación de la imagen o el enlace no tengas reparo en hacérmelo saber.
    Te felicito por tan estupendo trabajo y el amor por el conocimiento que contagias.
    Salud.

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    1. Julio,
      te agradezco mucho la referencia, y me alegra que la hayas encontrado interesante.
      Aprovecho para aconsejar a quienes lean esto, que visiten el blog de Julio, y disfruten de sus reflexiones y de los comentarios que allí hace la gente.
      Un abrazo

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  3. Quiero, en primer lugar, dejar constancia de mi agradecimiento por la amabilidad mostrada y la generosidad regalándonos con temas tan interesantes y tan útiles. En el cuaderno Lucernarios, a pie de tu grato comentario, he dejado la respuesta que sigue:

    "Es una alegría recibir tu visita y sacar, al menos, el aprobado en este lance poético filosófico. En el cuaderno que dejo enlazado a pie de poema, así como en tus otros cuadernos y también, para los más interesados en la materia, tus libros publicados, los lectores tienen ocasión de leer temas de filosofía de manera amena, asequible y práctica. Porque es de agradecer el tono didáctico de tus escritos por su cercanía, la ironía y buen humor, haciéndonos vivir los problemas filosóficos como problemas reales nuestros y que sirven para la vida cotidiana sin perder ni por asomo el rigor, la seriedad y calidad exigibles.

    En la entrada sobre Heráclito he tenido ocasión, también, de leer tu atenta respuesta. Gracias por todo y ánimo. Pienso que las materias de Humanidades deberían cobrar mayor protagonismo en el sistema educativo español con más peso específico en la formación del alumnado. Trabajos como el tuyo ayudan y animan en esa dirección del buen hacer. Otra vez gracias y un abrazo.
    Salud."

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