-No des a la enseñanza una forma que les obligue a aprender por la fuerza.
-¿Por qué?
-Porque no hay ninguna disciplina que deba aprender el hombre libre por medio de la esclavitud. El alma no conserva ningún conocimiento que haya entrado en ella por la fuerza.
-Cierto.
-No emplees, pues, la fuerza, mi buen amigo, para instruir a los niños; que se eduquen jugando, y así podrás también conocer mejor para qué está dotado cada uno de ellos.
(Platón)

jueves, 9 de enero de 2014

Aristóteles: de cómo es estar en forma

Aristóteles intenta explicar ese misterio que tenemos ante los ojos a cada momento: la realidad, la naturaleza.
Platón, como vio que la naturaleza no se ajusta a nuestro pensamiento abstracto, simplemente la negó. Pero la naturaleza existe, eso es evidente. Y es cambio.

Pero ¿cómo es la naturaleza?, se preguntó Aristóteles: ¿cómo es posible esa maravilla del cambio y la vida?

Los materialistas dicen que todos los fenómenos son sólo estados de una sustancia única, la materia. La Materia puede adoptar cualquier forma. Pero entonces… no tiene ninguna. ¿Cómo pueden salir las formas a partir de lo informe? Eso es como sacar algo de la nada. Aristóteles rechaza esta “explicación” (y este tipo de explicación está hoy muy de moda: se dice que la inteligencia nace de la evolución biológica, que las leyes físicas salen de la materia…). No, la forma no sale de la materia, en esto tenía razón Platón.
Pero Platón (y Parménides y Pitágoras) cometieron un error muy corriente: confundir cualidades con cosas, conceptos con realidades. Es propio de un pensamiento primitivo convertir en cosas o sustancias todo lo que podemos nombrar. Por ejemplo, los primitivos lo personificaban todo: el frío, la muerte, la guerra… Engañados por el lenguaje, creemos que ‘Blanco’ es un sustantivo, y se refiere a una cosa. No, es una simple cualidad de ciertas cosas. Y eso pasa con todas las formas. Las formas (Ideas) son aspectos de las cosas, no cosas.


Las formas están mezcladas con la materia, y esta es la explicación de la Naturaleza. Si sólo hubiese materia, todo sería caos indistinguible; si sólo hubiese formas, todo sería estático. Pero la realidad es forma y materia, y el cambio consiste en que la materia pasa de una forma a otra.

Esto no es suficiente, según Aristóteles, porque el cambio no va hacia cualquier lado, sino que siempre tiende, salvo por accidente, hacia el orden (ya se sabe lo optimista que podía llegar a ser un griego, dado el agradable clima y buen vino de que gozaban).

¿Cómo puede ser esto? Aristóteles dice que lo que hay en el fondo de toda la naturaleza, es Actividad. Lo pasivo existe menos, y todo tiende a dejar de ser pasivo y convertirse en activo. Esto equivale a que la materia tiende a recibir forma, cada vez más perfecta.

Los seres que ya disfrutan de un orden perfecto (los astros) se mueven eternamente en el mismo movimiento perfecto, el círculo. Entre los seres inferiores (todos los que habitamos aquí en la Tierra, bajo la Luna), son más perfectos los vivos que los inertes, y entre los vivos, más los que sienten y más todavía los que piensan.


Cada ser tiene en potencia una forma propia que realizar, y todo ser tiende a realizarse, a llegar a su forma adecuada. Podría decirse que todo ser tiende a estar en forma, a ser activo.
Pero estar en forma no es estar cachas. La más activa de las actividades, la más perfecta de las formas, es la actividad de los seres inteligentes. Quienes oponen Pensar a Actuar se equivocan totalmente, porque no hay mayor actividad que el pensamietno. Por eso la mejor y más feliz y realizada de las vidas, es la del que se comporta de acuerdo con la inteligencia y así se realiza lo más que puede, dadas las circunstancias.

¿Cómo puede algo pasar de estar en potencia a estar en acto? ¿No es esto tan milagroso como decir que de la nada sale algo, o que la inteligencia sale de la evolución? Sí, lo es. Por eso, dice Aristóteles, algo sólo pasa de potencia a acto gracias a otra cosa que ya está en acto, y que llamamos su causa. Por ejemplo, un escultor (que ya tiene en acto la idea) la plasma en el bronce o el mármol; un maestro enseña a un alumno… Pero ¿quién enseñó al maestro? O, mejor dicho, ¿cuál es la causa de todas las cosas? A poco que lo pensemos (bueno, a mucho que lo pensemos, quizás) veremos que, si no queremos sacar todo de la nada, la causa de todo cambio y todo suceso en la naturaleza, tiene que ser un ser que esté del todo en forma, que sea pura actividad, nada pasivo. Aquí está “el Dios” de Aristóteles. Curiosamente, el ser más activo, no se mueve, porque moverse es, al fin y al cabo, una imperfección… ¿Cómo mueve Dios a las cosas? Aquí Aristóteles se pone muy poético y profundo: la divinidad mueve sin moverse, como mueve lo que es amado.

(También podéis, acerca de Aristóteles, leer esto:
http://cavernisofia.blogspot.com/2009/11/platon-y-aristoteles-se-encuentran-en.html )

¿Platón, o Aristóteles, o los dos, o ninguno de los dos?

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