Hablando de los “grandes” me había olvidado (¡como no!) de los pequeños.
Diógenes de Sinope, "el Cínico" (siglos IV – III a. c.), quiso vivir de manera natural, es decir, sin los artefactos artificiales y las artimañas arteras de la sociedad y la convención. Por eso su casa era una tinaja, y sus únicas propiedades, un manto, un zurrón, una garrota y un cuenco… hasta que vio a un niño que cogía el agua con las manos, y entonces Diógenes se deshizo de su cuenco: "Este niño me ha enseñado que tenía cosas que no necesito".
Se dice que andaba con una linterna, diciendo que buscaba un humano. Pero, claro, sólo encontraba políticos, profesores, abogados, trabajadores, amas de casa…
Un día se masturbaba en la plaza pública de Atenas, y algunos ("gentecilla de bien" los llamaría Brassens) le reprendieron. Él contestó: -¡Ojala el hambre se quitase también sólo con frotarse la barriga!
Una vez Alejandro Magno fue a verle y le preguntó: -¿Puedo hacer algo por ti? Diógenes contestó: -Sí, que te quites, porque me tapas el sol.
No sé bien por qué extraños caminos se ha llegado a identificar su nombre con esa “enfermedad” (síndrome) de algunas personas que acumulan basura. Lo que demuestra esto para mí es que el verdadero síndrome de Diógenes lo padecemos los demás (incluido el santísimo Platón, que, según se cuenta, llamaba a Diógenes “Sócrates delirante”), porque sólo alguien que, como nosotros, esté con la mierda hasta el cuello es capaz de
-no darse cuenta de que los que acumulamos mierda somos los que tenemos mil cosas que no necesitamos y nos esclavizan
-confundir la libertad con la miseria y la riqueza con la higiene
(quien no se identifique con esta descripción, que no se sienta aludido)
Porque ¿Qué es la mierda?
(Os recomiendo esta canción, un poema del poeta y pensador español Agustín García Calvo, con música de Amancio Prada:
Libre te quiero
Pero no mía, ni de Dios ni de nadie, ni...
tuya siquiera
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Realmente resulta curioso que se denomine con ese nombre de “Síndrome de Diógenes” al que acumula basura cuando la vida de este personaje era simple y vivía con lo esencial, renunciando precisamente a acumular lo innecesario. Y creo que podría servirnos de ejemplo para aplicárnoslo nosotros. Y sí me parece acertada la reflexión de que a menudo acumulamos demasiadas cosas incluso que no necesitamos. Por ejemplo, en el terreno de las nuevas tecnologías es verdad que nos gusta estar a la última y ser los primeros en tener el “aparato” recién salido del mercado, cuando aún podríamos seguir utilizando los anteriores. Estaríamos hablando del consumismo desmesurado que domina nuestro modo de vida en la sociedad actual. Podríamos decir que nosotros acumulamos como si padeciéramos el “Síndrome de Diógenes” sin reconocerlo aunque de una manera más higiénica y, sin embargo criticamos y menospreciamos al que acumula basura o cosas que para nosotros son inútiles y es a él a quien adjudicamos dicha enfermedad.
ResponderEliminarEstupenda reflexión, Carolina. (Mándame todas tus cosas a mi casa ;) )
EliminarSi viviésemos con más sencillez, como Diógenes, seríamos menos dañinos entre nosotros, de eso no cabe duda, ¿verdad?
Un saludo