-No des a la enseñanza una forma que les obligue a aprender por la fuerza.
-¿Por qué?
-Porque no hay ninguna disciplina que deba aprender el hombre libre por medio de la esclavitud. El alma no conserva ningún conocimiento que haya entrado en ella por la fuerza.
-Cierto.
-No emplees, pues, la fuerza, mi buen amigo, para instruir a los niños; que se eduquen jugando, y así podrás también conocer mejor para qué está dotado cada uno de ellos.
(Platón)

martes, 14 de enero de 2014

La navaja de la pobreza. Occam y el final de la Edad Media

Occam es, quizás, el mayor “último medieval y primer moderno”.


-En el plano teórico, fue un nominalista empirista. La “navaja de Occam” es el principio metodológico que dice: “no hay que creer en más cosas de las necesarias”… ¿Necesarias para qué? Para explicar lo que ves, que es tu contacto primero y último con la realidad.

¿Para qué creer que el viento es movido por el dios Eolo, si basta con dar una descripción natural? ¿Para qué decir que la tierra es atraída por una “fuerza” gravitatoria, si basta con decir que el planeta sigue una geodésica (una elipse, concretamente) alrededor del sol? ¿Quién ha visto a Eolo o a la Fuerza? Eso son imaginaciones: nos gusta creer que la naturaleza es como nosotros, persona, espíritu. Pero… ni nosotros somos espíritus, sino cuerpos físicos.

El mundo sería igual tanto si existen los espíritus como si no, si fue creado por Dios como si no. Pero es más simple creer que no hay espíritus ni dioses, luego…
Aunque, aquí uno puede tener fe y creer, ciegamente (o luminosamente, dirá él) que hay dioses y demonios. Pero no podrá demostrarlo científicamente.
Así que separemos de una vez por todas Fe y Razón

-Occam defendió la pobreza también en la moral. “No hay que tener más cosas de las necesarias”, podríamos decir. ¿Necesarias para qué? Para ser bueno. ¿Bueno? ¿Qué es eso? ¿Dónde está lo bueno?

Miremos en el mundo: no, ahí no. En el mundo lo que hay, según la ciencia (que el propio Occam consideraba única legítima), son Hechos, no Valores. No es mejor la vida que la muerte, la desigualdad que la igualdad, al menos desde un punto de vista físico. Un objeto es azul, vivo, inteligente, pero no bueno o justo o correcto.

Entonces ¿quién dice qué es Bueno, lo Justo, lo Correcto?
Para el creyente, Dios.
Pero ¿lo Bueno, lo quiere Dios porque es Bueno, o es Bueno porque lo quiere Dios?
Si fuese lo primero (como creían los “racionalistas” incluido Tomás de Aquino) entonces habría valores objetivos, a los que el propio Dios debería atenerse, y nosotros podríamos, quizás, descubrir pensando.
Pero entonces Dios no sería libre, igual que uno no es un monarca absoluto si se tiene que atener a una constitución, sea escrita en papel o en su conciencia. Libre es quien puede elegir una cosa o la contraria, sin tener que dar explicaciones ¿no?

“Si Dios hubiese querido que fuese bueno odiar a tu padre, eso sería lo bueno”, creía Occam.

Así que olvídate de llegar por tus propios medios a saber qué es bueno. O crees en la religión, ciegamente y sin preguntar, o, si eres ateo… nada tendrá ningún valor, salvo el que tú, como monarca absoluto de ti mismo, le des (en ese momento, claro).

Aquí está todo lo moderno:

-Separación de fe y Razón, Iglesia y Estado, Valores y Hechos…
-Irracionalismo de los valores, la creencia… o sea, todo lo que tiene algún sentido.
-O fideísmo o individualismo absoluto.
-la razón como simple instrumento para la tecnología y el comercio.
-Al final: nihilismo: nada tiene sentido en sí mismo.

Todo esto lo heredó Lutero, y el pensamiento “científico-burgués”.

¿Reconoces esto en tu vida y en tu entorno?
¿Es mejor la situación moderna que la medieval?
¿Crees deseable y viable alguna otra opción?

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